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NUEVO ESPECTÁCULO DEL CIRQUE DU SOLEIL EN IRUÑEA

Crystal en el país de las maravillas sobre hielo

Crystal es una particular Alicia que termina en el país de las maravillas sobre hielo en el nuevo espectáculo con el que Cirque du Soleil ha recalado en Iruñea.

Dos momentos de los ensayos del espectáculo «Crystal» de Cirque du Soleil, que se puede ver en Iruñea hasta el 8 de enero. (Jagoba MANTEROLA I FOKU)

Cirque du Soleil ha recalado hasta el 8 de enero en Iruñea con su último espectáculo, en el que, a través de una espectacular mezcla de números clásicos de acrobacias y malabarismo de circo con el patinaje, su protagonista, la joven Crystal, se convierte en una particular Alicia que cae en el país de las maravillas sobre hielo. Son aproximadamente dos horas de espectáculo en el que cerca de cien personas originarias de 25 países trabajan desde los más variados ámbitos para poner en escena una historia que «se agarra al corazón».

Crystal es una joven creativa que se siente incomprendida y desincronizada consigo misma. Para escapar de esa realidad que no le entiende, se aventura en un estanque helado para desfogarse patinando hasta que, como una peculiar Alicia, termina entrando en un agujero, en este caso a través del hielo, para adentrarse en un mundo al revés.

En ese espacio submarino, ve un reflejo de sí misma, una especie de conejo blanco al estilo de Lewis Carroll, que le adentra en una realidad paralela que le despierta su creatividad.

A partir de ese momento, se van mezclando en el escenario el patinaje sobre hielo con acrobacias, malabares, números de trapecio, mástiles, pendulares o cintas. Y diversas modalidades de patinaje, incluyendo el extremo.

LA «no gravedad»

Es un mundo en el que el “no cumpleaños” de Alicia se convierte en la “no gravedad”, ya que en el aire se desarrollan muchos de los números que van ejecutando los 44 artistas que van saliendo a la pista de hielo. Entre ellos figuran patinadores profesionales, que incluso han llegado a ser campeones olímpicos, y los malabaristas habituales de Cirque du Soleil, que han tenido que aprender a realizar sobre deslizantes cuchillas sus ya habituales complicados números.

Aunque las evoluciones que se pueden seguir sobre la pista cortan la respiración en muchas ocasiones, el director artístico, Robert Tannion, considera que el principal reto de un montaje de estas características es «la logística».

Una labor que supone ubicar en el lugar donde recalan más de 20 proyectores con los que recrear el particular mundo de Crystal, y el traslado de más de 400 cajas con diverso material en una flota de 25 camiones.

En esas cajas viaja el abundante vestuario empleado, ya que cada artista llega a cambiarse hasta tres veces de vestimenta, un proceso que se tienen que realizar en un tiempo de récord que se sitúa entre los 5 y los 15 segundos.

En total, son 600 piezas de vestuario de las que se encargan cuatro personas en su mantenimiento del día a día, ya que son realizadas en Montreal antes de comenzar la gira, después de escanear de cuerpo entero a los artistas para tener sus medidas exactas.

La tecnología también está presente en el vestuario de una forma incluso más sofisticada. En la parte posterior, sobresale una especie de pequeño botón imperceptible a cierta distancia y que conecta con uno de los focos situados en las alturas de la instalación. De esa manera se consigue que ese haz de luz siga en todo momento al portador de esa vestimenta, tarea que de otra manera resultaría especialmente complicada cuando son muchos los patinadores que están en escena.

Además está la cuestión del maquillaje, que puede suponer un tiempo de entre media hora y hora y media, dependiendo del personaje, para la función correspondiente. Y que se completa con las cuarenta pelucas que se encargan de caracterizar a los protagonistas de la historia de Crystal.

A todos estos elementos, hay que sumar, en el caso de este montaje, la dificultad de instalar una pista de hielo, la gran novedad del último show de Cirque du Soleil, ya que nunca antes había hecho algo así.

Una vez que llegan a destino, se despliega la superficie sobre la que se va formando el escenario helado de la función y que requiere de un tiempo de aproximadamente día y medio para que el hielo esté a punto.

En todo momento hay que mantenerlo en perfectas condiciones, especialmente tras el paso de los patinadores, para lo que se recurre a una máquina llamada “el pingüino”, que va deslizándose sobre ruedas por la superficie desplegando el líquido que terminará transformándose en hielo. Incluso un operario se encarga de cubrir los espacios donde las cuchillas se han adentrado demasiado.

La temperatura de la pista arranca en los -10 grados al iniciarse los ensayos, aunque, a medida que pasa el tiempo, va ascendiendo, sobre todo cuando los artistas realizan sus complicadas piruetas y sus espectaculares giros sobre ella. De hecho, durante los ensayos, los patinadores ejecutan sus ejercicios en manga corta, lo que evidencia el esfuerzo que realizan.

SE AGARRA AL CORAZÓN

Todo este despliegue humano y técnico se emplea para poner sobre un escenario de hielo una historia que Tannion califica de «experiencia, más que un espectáculo». Una trama en la que Crystal realiza «un viaje de autodescubrimiento», en el que termina comprendiendo que «su creatividad es su poder» y que tiene un intenso final.

El director artístico se emociona al recordar ese momento, en el que Crystal tiene que elegir entre ir profundizando en ese mundo submarino o buscar el aire. Una encrucijada en la que «todos acabamos luchando con ella», porque es un momento «que se agarra al corazón». Un final en el que las sensaciones más encendidas se adueñan del mundo de hielo en el que se desarrollan las nuevas maravillas de Cirque du Soleil.