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EL HALLAZGO DE DOCUMENTOS CLASIFICADOS SALPICA TAMBIÉN A BIDEN

No es lo mismo... pero es igual

La aparición de nuevos documentos clasificados en las oficinas de un think tank vinculado a Joe Biden y en su propio domicilio ha salpicado al presidente de EEUU, que trata de marcar diferencias con el caso de Donald Trump, evidentes por la cantidad de documentos hallados y por la actitud del mandatario, pero todavía se recuerdan las acusaciones que Biden lanzó hacia su predecesor.

(Kevin DIETSCH | AFP)

Tras unos meses de caída libre en las encuestas con la inflación disparada y la gasolina más cara que nunca, Joe Biden ha reconducido su situación en los últimos meses. Los resultados electorales de noviembre y el bochornoso espectáculo republicano en la Cámara de Representantes la semana pasada han hecho que el índice de popularidad del presidente estadounidense se situé en su nivel más alto desde 2021.

Sin embargo, no han tardado en aparecer nubarrones en esa perspectiva positiva para el mandatario.

La Casa Blanca confirmó hace unos días que el Departamento de Justicia estaba revisando «una pequeña cantidad de documentos con sellos de confidencialidad» encontrados en las oficinas el think tank Penn-Biden.

El presidente mantuvo esa oficina de Washington desde que dejó la vicepresidencia en 2017 hasta que anunció su campaña en 2019. En total serían una decena los documentos hallados por sus abogados, y contendrían información sobre Ucrania, Irán y Reino Unido.

De acuerdo con la Ley de Registros Presidenciales, este material debe ser entregado a los Archivos Nacionales al abandonar el Ejecutivo.

Tras intentar minimizar la importancia de lo ocurrido

durante toda la semana, la tarde del miércoles se conoció que se había hallado «una pequeña cantidad de documentos clasificados de la Administración Obama-Biden, entre varios papeles personales y políticos», según Richard Sauber, consejero especial del presidente.

El hallazgo en este caso no ha sido en su oficina, sino en la casa de Biden en Wilmington, Delaware. También esta vez serían alrededor diez papeles confidenciales. El propio mandatario salió ayer a dar una imagen de transparencia y defender su gestión tras los hallazgos. Se mostró sorprendido por el encuentro de los documentos, y defendió que se entregaran inmediatamente a los Archivos Nacionales. «La gente sabe que yo me tomo muy en serie el material clasificado», aseguró.

El segundo paquete hallado sería fruto de los registros iniciados por voluntad propia raíz del primer hallazgo. Pero en este sentido, resulta más difícil de argumentar que se desconociera la presencia de los papeles cuando estos han sido encontrados en su propia casa.

Es evidente la necesidad de marcar diferencias con el caso de Donald Trump,

a quien el FBI le encontró 325 documentos clasificados en su residencia de Mar-a-Lago de Florida, algunos marcados como «Secreto» o incluso «Alto Secreto». En total, el FBI retiró 33 cajas con miles de documentos.

En este sentido, los archivos de Biden serían muchísimo menos. El equipo de Biden también defiende que se puso a disposición del Departamento de Justicia de inmediato y que la cooperación ha sido constante desde que se descubrieran los documentos.

Pero lo cierto es que el primer paquete de Washington fue encontrado el 2 de noviembre (seis días antes de las elecciones de medio mandato), y solo se supo del descubrimiento dos meses después.

El fiscal general, Merrick Garland, anunció ayer el nombramiento del fiscal Robert Hur como asesor especial para revisar la investigación de los documentos hallados en Washington y Wilmington. Se trata de la misma medida que tomó en el caso del material encontrado en la residencia de Biden.

Ya antes Garland había elegido al fiscal de Chicago John Lausch para investigar el caso; al tratarse de un fiscal nombrado por Trump, se marcaba distancia para no ser acusados de conflicto de intereses con Garland, que sí fue designado por Biden (aunque se trata del único, gracias a la defensa que hicieran de él los senadores de Illinois).

Las diferencias entre los dos casos son evidentes, tanto en la cantidad de documentos (ínfinitamente mayor en el caso de Trump), como en la actitud: mientras el expresidente rechazó las solicitudes del Gobierno para que devolviera los papeles, el equipo de Biden los entregó sin que se lo solicitaran.

También es cierto que, llegado el caso, Biden podría gozar de inmunidad presidencial a diferencia de Trump, que la perdió al dejar de ser presidente.

Todo eso es cierto. Pero nadie olvida

cómo Biden acusó a Trump de «irresponsable» por guardar esos documentos que podrían «comprometer métodos y fuentes».

El expresidente se preguntaba en su red «¿cuándo va a allanar el FBI las muchas casas de Joe Biden, tal vez incluso la Casa Blanca?». La investigación judicial correrá su curso, pero el precio político de este capítulo cuando menos vergonzante será más inmediato. El Partido Republicano no soltará esta baza0 fácilmente en los próximos meses.