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CONTROL DE FRONTERAS INTERNAS EN LA UE

Dos años de cierre de muga son definitivamente demasiado

Este segundo aniversario de la clausura de los pasos llega en un ambiente de malestar creciente por la falta de perspectivas sobre cuándo regirá por fin la libre circulación de personas tanto en Euskal Herria como en Catalunya. Ello a la espera de lo que pueda deparar la próxima cumbre franco-española, prevista en Barcelona.

Vehículos y peatones transitan, el viernes 13 de enero, por el puente de Santiago, entre Irun y Hendaia, con la caseta de la Policía francesa cerrada al fondo. (Patxi BELTZAIZ)

Diez personas fallecidas son muchas o pocas? La profesora universitaria Anaitze Agirre, colaboradora de Irungo Harrera Sarea, lanzaba al aire la pregunta en una entrevista publicada recientemente por este medio. Y respondía, sin dudar, que «son demasiadas, ya que son muertes que se podían haber evitado».

Las muertes de personas migrantes en la muga del Bidasoa, y sobre las que, por cierto, nadie asume responsabilidades, son, sin duda, la consecuencia más sangrante de la reposición de los controles de frontera que ha hecho saltar por los aires el precepto de la libre circulación de personas en el origen de la Unión Europea.

La crisis sanitaria, cabe recordar, llevó ya a un cierre temporal de diez pasos en abril de 2020. Sin embargo, una nueva decisión de limitación al libre movimiento se remachó, el 14 de enero de 2021, con el sellado sine die de ocho mugas.

La orden de la Prefectura de Pirineos Atlánticos abocó a la clausura de las siguientes demarcaciones fronterizas: puente peatonal Avenida entre Irun y Hendaia; barco entre Hendaia y Hondarribia; puerto de Lizuniaga (RD406, puerto de Lizarrieta (RD306); paso de Sara a Zugarramurdi (por Benta Berruet); paso de Izpegi, desde Baigorri; muga de Aldude; y paso de Larraine, en Zuberoa.

REAPERTURA PARCIAL

La institución de Pau se permitió estimar como «limitados» los impactos del cierre de «pasos menores», ajena a las quejas de alcaldes y vecinos, obligados a hacer kilómetros suplementarios cada día o a limitar los estrechos intercambios que se dan, de forma natural, entre sus localidades.

Dando marcha atrás parcialmente, la propia Prefectura anunció dos meses después, el 25 de marzo, la reapertura de tres de esos «pasos menores». Ya con la llegada del verano y los turistas, volvió a ponerse en marcha el barco que hace la travesía marítima entre Hendaia y Hondarribia.

Inevitablemente la decisión de abrir algunos de los pasos cerrados despertó la esperanza de que, en los meses siguientes, se despejaran los demás, pero las expectativas no se han cumplido.

Bien es cierto que en las últimas fechas se ha constatado una actitud más laxa en algunos puentes. En Aldude se permite el paso peatonal y en Baigorri, esta misma semana, el fotógrafo de GARA, Guillaume Fauveau, retrataba el alto de Izpegi despejado de barreras. Desde antes de Navidad, quienes atraviesan periódicamente los puentes de Santiago y de Behobia, han podido comprobar, por su parte, que las casetas instaladas por la Policía francesa están cerradas y no hay agentes filtrando, día y noche, el paso de vehículos.

Pese a esa amortiguación de las medidas impuestas en la muga, la única realidad oficialmente confirmada es esa comunicación remitida por París a Bruselas, en octubre pasado, dando cuenta de su intención de mantener la suspensión del Tratado de Schengen, al menos hasta final de marzo de 2023. Una decisión, que se suma a otros correos remitidos cada seis meses, y que contradice el criterio del propio tratado, que contempla la reposición de los controles como una medida temporal, excepcional y justificada.

La representación francesa ante la Unión Europea insistió en su última notificacion en la persistencia de la «amenaza terrorista» -contextualizándola para la ocasión en la retirada francesa del Sahel- y evocó además la persecución del «crimen organizado»,la actuación de «redes dedicadas al paso de personas y la migración ilegal» y hasta los desafíos derivados la guerra en Ucrania.

Desde entonces, ya la incautación de importantes cantidades de estupefacientes o de divisas en Biriatu, ya el desmantelamiento en Sara de una red india dedicada al paso de migrantes, han dado argumentos, e impacto mediático, a los responsables policiales hexagonales.

Además de cubrir políticamente las espaldas a Emmanuel Macron, que insiste en renegociar el Tratado de Schengen al entender que, en particular el flanco sur de la «muralla europea» presenta grietas que generan «problemas añadidos de seguridad» a París. Ya durante su semestre como presidente de turno de la UE, el mandatario liberal puso en el centro de la agenda europea esa reforma.

PATRULLAS MIXTAS

El presidente francés se desplazará la semana próxima a Barcelona, donde se reunirá con su homólogo español, Pedro Sanchez, en el marco de la XXVII Conferencia Franco-Española. En los prolegómenos de la reunión, prevista para 19 de enero, el presidente catalán, Pere Aragonès, remitía, el pasado jueves, una carta a Pedro Sánchez, en la que le pide que, en la cumbre, a la que el independentismo responderá en las calles, aborde con el dirigente francés una lista de once puntos que contempla demandas entre las que el dirigente republicano incluye la creación de una «eurorregión» transfronteriza, la mejora de la conexión ferroviaria y, claro está, la reapertura de pasos.

Medios catalanes apuntan a que Macron podría avenirse a una apertura de los pasos, a cambio de la implementación de «patrullas comunes» destinadas a reforzar la seguridad en la zona fronteriza.

Desde finales de la década pasada, es habitual esa colaboración en servicios como el de aduanas, y en verano, coincidiendo con el periodo de mayor afluencia de turistas, puede verse también a agentes franceses y españoles patrullar juntos a ambos lados de la muga. Policías españoles custodiaron, por poner un ejemplo, la estación de tren de Donibane Lohizune, el 23 de julio pasado, coincidiendo con la jornada de bloqueo impulsada por la asociación Bake Bidea y los Artesanos de la Paz.

La colaboración policial es intensa en materia migratoria, lo que ha propiciado incluso entregas en caliente que, hasta después de haber sido filmadas, han sido desmentidas por el ministro de Interior español, Fernando Grande-Marlaska. Lo hizo durante un encuentro en la comisaría de Hendaia en el marco de la cumbre del G7. En una respuesta parlamentaria posterior, en diciembre pasado, admitió que siendo un problema, el cierre de la muga es legal.

Visión securitaria que contrasta con la solidaridad con los migrantes, que se refuerza a orillas del Bidasoa. Y en general con el sentimiento, de Larraine a Banuyls, de que dos años de sacrificio de la continuidad territorial de dos territorios europeos «són definitivament massa temps».