2023 URT. 31 Simic Josu Montero Crítico literario Pero el lenguaje, por supuesto, es un tipo de canción de cuna», dice el último verso de “Poema”, del recientemente fallecido Charles Simic. Y precisamente para eso, para evitar que el lenguaje nos adormezca, escribió. Nacido en Belgrado en 1938, vivió una infancia de ocupación nazi y bombardeos de los supuestos liberadores. Su familia fue una más de la inmensidad de refugiados que pululaban por una Europa asolada. En 1949 llegaron a los EEUU; no hablaba, claro, ni una palabra de inglés, idioma extraño en el que años después escribiría una obra que nos llena de estupor porque nos coloca ante la contemplación del sufrimiento humano. Y lo hace a través de los concretos objetos -tan esenciales en su poesía- y de los inadvertidos detalles: detestaba las generalizaciones y las grandes palabras, ese lenguaje que acaba adormeciéndonos. Tras la lacónica simplicidad de la superficie, sus poemas son un campo de minas; entre la belleza y la sordidez, entre la banalidad de nuestras vidas y el espanto: lo cotidiano se carga de hostilidad, de amenaza y «la única lámpara / no es suficientemente fuerte para detener las sombras». La fragilidad del ser humano ante la Historia, que «lamía las comisuras de su boca sangrienta», es una de las constantes de su obra. Y sabe bien que de esa Historia forma parte tanto la guerra que atenazó su memoria como la amnesia publicitaria y consumista de la América que le acogió.