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Teherán y Riad restablecerán sus relaciones con la mediación china

Irán y Arabia Saudí, enemigos tradicionales, restablecerán relaciones diplomáticas tras un acuerdo que puede influir en varias crisis regionales. La mediación de China, que gana influencia, ha sido clave, mientras supone un revés para Israel y EEUU.

Musad bin Muhammad al-Aiban observa el saludo entre Wang Yi y Ali Shamjani. (NOURNEWS AGENCY | AFP)

Irán y Arabia Saudí, las dos potencias chií y suní de Oriente Medio y enemigos tradicionales, anunciaron ayer un acuerdo para restablecer en dos meses sus relaciones diplomáti- cas, rotas por Riad en 2016 tras los ataques sufridos en sus sedes diplomáticas en el país persa en respuesta a la ejecución de un religioso chií por la monarquía árabe. El pacto incluye la reapertura de sus Embajadas y se firmó en China, que ha ejercido de mediador entre ambas potencias petroleras que desde hace años se disputan la hegemonía regional y apoyan a bandos rivales en varios conflictos.

Teherán y Riad han mantenido conversaciones en Pekín desde el lunes, lideradas por el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Ali Shamjani y el consejero de Seguridad Nacional saudí, Musaid al-Aiban.

Los firmantes coinciden en que el pacto favorecerá la estabilidad y seguridad regionales e incrementará la cooperación entre los países del golfo Pérsico y el mundo islámico.

El comunicado conjunto afirma que el diálogo fue posible gracias a una oferta del presidente chino, Xi Jinping, que ambos, archienemigos tradicionales, aceptaron.

Antes, en abril de 2021, comenzaron unas conversaciones en secreto entre Teherán y Riad en Bagdad, que más tarde se hicieron públicas. Además, las dos partes también mantuvieron contactos en Omán, sin que se anunciasen avances.

Irán y Arabia Saudí se disputan desde hace años la hegemonía regional. Riad ha acusado repetidamente a Teherán de «promocionar el terrorismo» en la región mediante el apoyo a los hutíes en el Yemen -donde los saudíes respaldan al Gobierno desalojado al sur del país- o las de las milicias del grupo libanés Hizbulah, así como de tratar de desestabilizar los regímenes políticos de la zona.

El acuerdo supone un cambio en las dinámicas de alianzas y rivalidades en la región, que deja fuera de juego los intentos de EEUU e Israel por aislar a Irán. La Casa Blanca saludó el pacto, pero puso en duda su efectividad al cuestionar que «queda por saber si Irán cumplirá sus obligaciones».

Más claro fue Israel que, con el apoyo de EEUU, se ha acercado a varias de monarquías árabes y esperaba hacer lo propio con Riad. Considera el acuerdo «un acontecimiento serio y peligroso para Israel y una victoria política para Irán. Este es un golpe fatal al esfuerzo por construir una coalición contra Irán»

Irak, en cuyo Parlamento y Gobierno Teherán tiene no poca influencia, saludó también «la apertura de una nueva página» en las relaciones entre las dos potencias rivales.

Omán recibió el acuerdo con la esperanza de que contribuya a reforzar la seguridad y la estabilidad en la región.

También Hizbulah se felicitó por un acuerdo «que puede ayudar a resolver crisis en Líbano, Siria, Yemen y en toda la región». No obstante, dijo confiar en que «la reconciliación no se produzca a costa de los movimientos de resistencia en Líbano y Palestina o del pueblo yemení».

Si hay un claro ganador del acuerdo es China, que gana peso como potencia de referencia en una zona hasta ahora bajo la influencia de EEUU y en su estrategia de expansión económica.