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La danza existe y necesita más atención


En Donostia bullen artistas, políticos, técnicos, distribuidores, profesionales y oportunistas. Dijéramos que se ha logrado algo insólito, que existan tantas propuestas de interés que no puede decir nadie que ha visto, estado, participado ni en la mitad de todas las que se plantean de manera incisiva. Acaba de terminar una que merece mi atención renovada portátil: la danza. El baile. ¿Cómo lo denominamos hoy con la aplicación de todos los lenguajes y conceptos inclusivos?

Con la mirada funcionando en trescientos sesenta grados, con lentes apropiadas para ver de arriba a abajo y de izquierda a derecha, nadie puede negar que hay una normalización de diferente graduación en los ámbitos institucionales. Existe la Danza, que no es poco. Pero se tiene una sensación muy arraigada: no hay una comunicación suficientemente directa y adecuada para que amplios sectores la sientan como algo a disfrutar como espectadores. Se atienden los grandes nombres. No existen programaciones sostenidas en el tiempo para ir creando públicos que den sustento a las creadoras nuevas. Se protege, pero no se difunde. Ideas sueltas, sin consistencia ni soporte documental.

Por eso es bueno que se hable, se creen documentos, se analice la situación europea, porque esta edición de dFeria se inauguró con un espléndido espectáculo de danza que representa un modelo centroeuropeo de compañías estables. Estamos empezando a enterarnos de tantas cosas que nos ayudan a comprender mejor lo que hacemos, que solamente podemos decir con ilusión y hasta euforia, que seguimos en danza.