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Finanzas


Es el caos, se quejan desde el gobierno. Hay una voluntad clara de destruir al Estado, denuncian. Son vándalos apostados tras las barricadas, saqueadores que no respetan nada, espantapájaros rellenos de odio que siembran la desolación por las calles de París, describen. Van al asalto de la Bastilla, fortaleza que con los Borbones mutó en prisión y en símbolo de la represión del absolutismo. La marea contestataria, empujada por una precariedad agigantada por la crisis, acabó tomándola, decapitando un sistema monárquico que por definición carecía de visión social, y poniendo en marcha un sistema de derechos y libertades que justamente tenía como objetivo la sociedad en su conjunto y el individuo como parte de la misma. 234 años después, es el caos, se quejan. Hay una voluntad clara de destruir al Estado, denuncian. Son vándalos, espantapájaros rellenos de odio que siembran la desolación, describen. 234 años después, Macron, que escaló como rey de las finanzas a la cima de este sistema republicano que celebra el asalto a la Bastilla todos los 14 de julio parece no sólo haber perdido toda visión social, sino también el sentido del propio sistema representativo sobre el que se sustenta esta democracia. Un sistema cada vez más precario y en grave crisis. Y no por las barricadas.