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DE CAPERUCITA A LOBA

Cuentos cotidianos sobre amores catastróficos


Tras los éxitos de taquilla compartidos junto a Santiago Segura en la saga “Padre no hay más que uno”, Marta González de Vega se nos descubre como artífice y protagonista de esta comedia romántica cuya principal declaración de intenciones consiste en reirse abiertamente de la propia esencia romántica que impregna a este tipo de producciones.

Desenfadada y sirviéndose de diferentes trazos en su tratamiento del humor, la película llega a su destino sano y salvo gracias a la pericia de su directora, una Chus Gutiérrez que parece haberse contagiado de la libertad y descaro de una historia y personajes que alternan lo caricaturesco y lo reconocible.

La directora de películas como “Sexo oral” (1993) vuelve a incidir en el imaginario más íntimo de las mujeres pero, en esta oportunidad, desde una óptica más divertida. La guionista Marta González de Vega también asume el rol protagonista y también se atreve a cantar el tema central, lo que otorga a este su proyecto de una personalidad muy marcada. González de Vega encarna a una escritora de guiones de culebrones que, a punto de cruzar la frontera de los cuarenta años, comparte piso con dos amigas solteras.

De inmediato comprobamos que su vida sentimental es un desastre y cada vez que arranca una nueva relación, esta parece abocada al naufragio. La película se construye en base a otra en la que su protagonista está escribiendo su guion, un juego de espejos abierto a todo tipo de excesos en el que un nutrido grupo de intérpretes conocidos se ha prestado al juego planteado por González de Vega y en plena complicidad con la directora. En la propia inestabilidad de “De Caperucita a loba” encontramos sus logros principales, una frescura y descaro que se traduce en diálogos chispeantes.