GARA Euskal Herriko egunkaria

Complicaciones


Hay varias fotos de Hitler leyendo con gran interés un libro que sostiene entre sus manos; cualquiera de ellas sería estupenda para ilustrar una de esas campañas de fomento de la lectura. Casi nadie se atreve a poner en entredicho las bondades de la lectura; y toda unanimidad resulta sospechosa. No hay sin embargo nada intrínsecamente bueno en el acto de leer. De hecho los libros que más se ofertan en el mercado y que, por tanto, más leemos, suelen ser tan perjudiciales para la salud -mental en este caso- como una grasienta hamburguesa. Pasolini hablaba del gran tocomocho: han vaciado la cultura popular, la han vampirizado, y tras ese mismo nombre lo que se oculta es la cultura de consumo. La lectura no nos hace más humanos, bondadosos, empáticos ni racionales. Depende qué se lea. En una de sus aristocráticas boutades, Borges afirmó: «No se preocupen, ni todos los libros están hechos para ustedes, ni ustedes están hechos para todos los libros». Pero nosotros sí estamos hechos para todos los libros, no tenemos que conformarnos con indocumentadas hamburguesas. En una tira de tres viñetas de los maravillosos Calvin y Hobbes, el niño Calvin devuelve a su madre un libro que esta había sacado para él de la biblioteca y que se había resistido a leer: «Ya he leído el libro que me diste»; «¿Y qué opinas de él?», le pregunta la madre; «Me ha hecho ver las cosas de forma diferente. Me ha dado mucho que pensar», le responde Calvin; «Me alegra que lo disfrutases»; pero mientras se va, Calvin zanja: «Me ha complicado la vida. No me des más».