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CRÍTICA: «GUARDIANES DE LA GALAXIA VOL. 3»

Una despedida por todo lo alto


El microcosmo de “Guardianes de la galaxia” irrumpió un tanto ajeno al universo Marvel y nos sedujo de inmediato gracias a su desparpajo y a una galería de personajes inusuales. Todo ello aderezado con una banda sonora que nos redescubrió la magia de las cintas de casete. En su crescendo de frescura, la tercera entrega se revela como la mejor de toda la franquicia y lo consigue gracias a la pericia que demuestra James Gunn ejerciendo como jefe de pista de un circo sideral que ha insuflado nueva vida al decrépito destino que le aguardaba al gigante Marvel.

En su despedida de Marvel, Gunn -quien cogerá las riendas de DC junto a Peter Safran- ha querido decir adiós por todo la alto y mediante una espectacular entrega que pule el detalle de sus personajes y convierte al inolvidable y siempre confuso mapache Rocket en la gran estrella de la función

El cineasta transforma la pantalla en una vibrante montaña rusa salpimentada con saltos temporales y unos diálogos y situaciones chispeantes. Curiosamente, y al contrario de lo que suele ocurrir en propuestas similares, el villano megalónamo de turno, al que interpreta Will Poulter, figura entre lo menos relevante tal vez porque en esta ocasión el guion ha querido incidir mucho más en cuestiones íntimas relativas a lo que vive el grupo de patrulleros siderales en su supuesta despedida o giro determinante. Otra cuestión relativa al tono de la última entrega de esta saga con seguidores en todo el mundo se concreta en que tal vez sea la entrega con menos dosis de humor y la que más incide en cuestiones emocionales, lo cual aporta un plus de interés en el dibujo de los personajes. El ritmo no decae en momento alguno, cuenta con un puñado de secuencias muy espectaculares y con otras que emocionarán a sus seguidores.