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EDITORIALA

Ertzainas que se saltan la ley y chantajean


Tras darse a conocer hace quince días con una concentración, el autodenominado «movimiento asindical» de la Ertzaintza organizó ayer tres caravanas lentas que obstaculizaron el tráfico en las entradas de Bilbo Donostia y Gasteiz. Repitieron la amenaza que lanzaron durante su primera movilización de no permitir la salida del Tour si no se llega a un acuerdo sobre sus demandas laborales. Pero, a diferencia de la anterior concentración, ayer sí se sumaron los sindicatos ErNE, ESAN, EusPEL y SiPE. Al parecer la admonición que lanzó ese movimiento asindical de acabar con los que no se sumen ha surtido efecto. Únicamente ELA-Ertzaintza se desmarcó de la convocatoria.

Pocas reacciones ha habido a un modo de actuación que se centra en la extorsión como procedimiento para conseguir determinadas reivindicaciones laborales. Si otros hiciesen lo mismo, serían perseguidos y castigados. Sin duda, todos los trabajadores públicos tiene derecho a luchar por mejorar sus condiciones laborales. No obstante, mientras los sindicatos obreros buscan el bien común y tratan de ganarse la complicidad de la sociedad para alcanzar sus objetivos, este movimiento asindical se limita a intimidar a la ciudadanía. Solo quieren vencer, no necesitan convencer. De ahí que únicamente consideren el chantaje y la intimidación como instrumentos de acción. Una actitud muy preocupante viniendo de un cuerpo armado. Y también peligrosa, ya que refleja que en la Ertzaintza se ha instalado una cultura de la violencia de la que dan sobradas muestras diariamente. Ayer, sin ir más lejos, unas horas más tarde cargaron contra las personas concentradas para tratar de detener un desahucio en Erandio.

Todo esto no ha ocurrido por casualidad. Ha sido alimentado por la política del Gobierno de Gasteiz, que unos días se sumaba a la campaña antisindical de la extrema derecha global, y otros daba cobertura a cualquier actuación violenta de sus policías. La cultura que reflejan esas amenazas es incompatible con los principios que deben guiar la actuación de una Policía democrática. La transformación del actual modelo policial es inaplazable y este movimiento busca impedirla.