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Con cien años y un siniestro legado, Kissinger aún es referente en EEUU

Al cumpir los cien años, Henry Kissinger sigue dando consejos a la élite de Washington sobre geopolítica, la guerra de Ucrania y los intereses de EEUU, tras haber marcado la política exterior de su país, normalizando relaciones con la URSS y China en la Guerra Fría y apoyando atroces dictaduras, bombardeos y genocidios en Latinoamérica y Asia.

El exsecretario de Estado de EEUU Henry Kissinger, en un almuerzo en el Departamento de Estado, el año pasado. (IRoberto SHCMIDT | AFP)

A los cien años, que cumple hoy, Henry Kissinger mantiene la atención de los líderes del mundo a los que todavía destila sus consejos en geopolítica, y sigue siendo una figura que fascina bien como «sabio» o bien como criminal de guerra.

Sus apariciones públicas se han ido haciendo escasas, pero mantiene, desde sus oficinas en Nueva York y su consultora Kissinger Associates, su influencia sobre la élite de Washington.

El martes recibió un homenaje por su centenario en el selecto Club Económico y, ante sus invitados, demostró que mantiene la visión con la que marcó la política exterior estadounidense en la segunda mitad del siglo XX, al sostener que EEUU tiene que defender sus «intereses vitales». «Debemos ser siempre más fuertes para resistir cualquier presión», afirmó.

Y eso a pesar de la aparente divergencia con el discurso imperante en EEUU sobre la guerra en Ucrania, donde aboga por un alto el fuego y negociar sobre Crimea, además de no culpar en exclusiva a Vladimir Putin. «Hemos llegado a un punto en el que hemos cumplido nuestro objetivo estratégico. El intento militar de Rusia de absorber Ucrania ha fracasado», opina.

Paradójico premio Nobel de la Paz, su figura protagoniza las páginas más oscuras y brutales de la historia de EEUU, como el apoyo al golpe de Estado de 1973 en Chile o la invasión de Timor Oriental en 1975 y, por supuesto, Vietnam.

«No hay duda de que su política ha causado cientos de miles de muertos y destruido la democracia en muchos países. Estoy sorprendido de que se haya salido con la suya», se indigna Reed Kalman Brody, abogado especialista en derechos humanos. De hecho, nunca ha sido llamado ante un tribunal y una denuncia fue desestimada en 2004.

Una investigación del portal “The Intercept” sobre documentos del Pentágono y testimonios de supervivientes de la campaña de bombardeos en Camboya entre 1969 y 1973, de la cual Kissinger fue el artífice, señala que sus consecuencias habían sido muy subestimadas, ya que causaron la muerte de 150.000 civiles.

«No veo ninguna razón para elogiar a Kissinger», afirma el historiador de la Universidad de Dhaka Muntassir Mamoon, que recuerda que apoyó activamente el genocidio en Bangladesh en 1971, la campaña de exterminio del dictador paquístaní Yayha Jan contra la población bengalí, en la que se calculan tres millones de muertos y unas 400.000 mujeres violadas.

«La ironía es que recordamos que hizo las paces, pero olvidamos todo lo que hizo para prolongar la guerra no solo en Vietnam, sino en Camboya y Laos», agrega la historiadora Carolyn Eisenberg, de la Universidad de Hofstra en EEUU.

Los documentos oficiales dejaron clara su complicidad en el derrocamiento del Gobierno de Salvador Allende en Chile, la dictadura argentina o la Operación Cóndor de los dictadores latinoamericanos.

Pieza clave de la diplomacia mundial durante la Guerra Fría, inició el acercamiento a Moscú y Pekín en la década de 1970, con una realpolitik estadounidense.

El joven judío alemán Heinz Alfred Kissinger nació en Fürth, Baviera. Se refugió con 15 años en EEUU con su familia antes de convertirse en estadounidense naturalizado a los 20 años. Se unió a la contrainteligencia militar y al Ejército antes de estudiar en Harvard. Se convirtió en el rostro de la diplomacia mundial cuando el republicano Richard Nixon lo llamó a la Casa Blanca en 1969 como asesor de Seguridad Nacional y luego como secretario de Estado, y siguió siendo el guía de la diplomacia con Gerald Ford hasta 1977.