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Desigualdad


Nunca nos viene bien ser conscientes de las ventajas con las que hemos partido en la vida. El profesor de sociología de la Universidad de Columbia Shamus Khan ha analizado durante años a las elites y la vinculación de estas con la palabra éxito y su posición en los ámbitos de poder. Es fascinante observar cómo las élites omiten explicar las razones de sus “éxitos”.

Si hasta la década de 1960 estas justificaban sus privilegios por la posición familiar, las contemporáneas se presentan como una legión de individuos con talento, sumamente trabajadores, que destacan por lo que hacen, no por su partida de nacimiento. Khan deja claro que «la historia del triunfo de las habilidades individuales es un mito». Una de sus investigaciones más sonadas, “Privilegio, la construcción de un adolescente de élite” (2011), tiene como protagonistas a los 500 alumnos del internado Saint Paul, uno de los colegios donde se forma la élite estadounidense (donde Khan convivió con el alumnado durante un año). En las entrevistas, los alumnos destacan su pesada carga académica y argumentan que sus privilegios son el resultado de su trabajo. Khan, en cambio, aduce que «al mirar actos aparentemente mundanos de la vida diaria, desde las cenas a los bailes y las citas, vemos cómo el privilegio se encarna en los cuerpos de los estudiantes y cómo los estudiantes son capaces de desplegar sus privilegios en sus interacciones». El privilegio, al vivirlo cada día, se hace corpóreo.