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AZKEN PUNTUA

De ricos y pobres


En Zirauki, un pueblo de Nafarroa, tienen una peculiar forma de definir las clases sociales: los ricos, los de media chaqueta, los pobres fuertes y los pobres de solemnidad. Una descripción que recuerda a las películas del neorrealismo italiano o de la primera época de Berlanga y de Barden. En aquel cine, la bicicleta era como una seña de identidad de los más pobres, la única propiedad necesaria que se podían permitir. En 1948, Vittorio De Sica lo contó muy bien en una de las obras maestras del séptimo arte, “Él ladrón de bicicletas”. La rodó el mismo año en que el Tour volvió a las carreteras francesas tras finalizar la II Guerra Mundial. Mi padre durante muchos años usó una vieja bicicleta para ir y volver del trabajo y fue un fiel seguidor de Anquetil, aunque entonces el Tour solo era la mejor carrera de Europa en blanco y negro. Hoy la Grand Dépard del Tour desde Bibo será como una explosión de color y espectáculo deportivo, pero también un gran movimiento de riqueza y negocio que recuerda a esos «ricos» que dicen los de Zirauki. Y mientras, en la otra realidad de París, la que narra Ladj Ly, en “Les Misérables” (2019), la policía asesina a un adolescente. Solo es un muchacho, uno de tantos «pobres de solemnidad» de las afueras de París, por donde nunca pasa la riqueza del Tour.