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¿Un modelo de ladrillo y hormigón para Iruña-Pamplona?


La tala de árboles puede darse, por ejemplo, cuando los árboles están dañados, están enfermos, y también por otros motivos. Pero no es el caso de la tala del arbolado de una de las dos calles del Segundo Ensanche de Iruña con árboles de gran porte -el proyecto de aparcamiento conlleva la eliminación de 46 de estos árboles en total, 35 de los cuales serán talados- y las consiguientes afecciones a la propia plaza de la Cruz, como espacio de encuentro, convivencia, de vida, de enorme frescura cuando calienta el sol...

La decisión adoptada sin ningún consenso por parte del alcalde Maya (Navarra Suma) a finales de la pasada legislatura, y en los comienzos de esta, por su sucesora Cristina Ibarrola (UPN), va en contra de lo que se está haciendo en numerosas ciudades de Europa, que se afanan por renaturalizar las ciudades, para protegerse del calentamiento debido al cambio climático, y, por construir unas ciudades y municipios libres del tráfico y de contaminación. El calentamiento y las olas de calor, cada vez más en aumento, tiene una incidencia muy grande en la salud pública. Un estudio estima por primera vez los fallecimientos debidos a las altas temperaturas del pasado estío en 35 países del continente, entre ellos el Estado español. 61.672 muertes por calor en Europa tuvieron lugar en el tórrido verano de 2022.

En los tiempos de emergencia climática en que vivimos, nuestras ciudades y municipios deben prepararse para enfrentarse a las temperaturas cada vez más extremas impulsadas por el cambio climático de origen antropogénico. De mapas de sombras a reverdecer los espacios urbanos con la plantación de árboles, pues proyectan sombras y, sobre todo, un microclima más fresco gracias a la evapotranspiración. Hace ya unos cuantos años que en nuestras ciudades y municipios la tendencia general es que se ha apostado por las superficies de asfalto y hormigón, que absorben mucho calor durante el día y lo emiten durante la noche, pero en los tiempos de emergencia climática en que vivimos es fundamental reducirlas y sustituirlas por materiales más naturales. Pero el Gobierno municipal de UPN parece que quiere seguir sin tener en consideración esa realidad de emergencia climática.

Ignacio Bidegain, vecino y miembro de la plataforma contra el parking, en una de las numerosas concentraciones de protesta que se han hecho, en un comunicado que leyó vino a decir que «es inadmisible que se construya el parking y lo que conlleva, en una arboleda plantada en 1943, madura y bien establecida. Todo eso va a desaparecer con el pretexto de que no se pueden trasplantar. El aparcamiento ocupa toda la superficie y la anchura de la calle. Nos ofrecen una reposición de arbolitos, como ellos dicen. Uno cada 7 metros, no a 5 como ahora. Tenemos el claro ejemplo de la Plaza del Castillo. Ya veis el futuro que le espera a la calle Sangüesa. Un paraje desértico y desolado. Van a destrozar el barrio».

Pero, a pesar de todo ello, el gobierno municipal de UPN, en minoría y con el 60% de oposición municipal, sigue erre que erre. Y, ¿para qué? El Ayuntamiento ha dejado deslizar por ahí unas cifras de listas de espera y solicitantes de plazas de aparcamiento que avalarían la necesidad del aparcamiento. Sin embargo, los vecinos y las vecinas de la zona han planteado otras alternativas y deberían al menos estudiarse. No se puede adoptar una decisión, al final de una legislatura, como se ha hecho en este caso, y proceder a ejecutarla al comienzo de otra.

Como señaló también Ignacio Bidegain, «alternativas hay muchas y hemos sugerido un montón. Si de verdad fuera una necesidad imperante conseguir esas 350 plazas que va a proporcionar ese aparcamiento, se podrían obtener dentro de lo que es la infraestructura de aparcamientos subterráneos que ya hay en el entorno. Bastaría con reasignar las 350 plazas entre los seis parkings que hay alrededor. No haría falta talar ni un árbol ni abrir una zanja y sería con neutralidad carbónica absoluta. En los seis parkings subterráneos de Pamplona hay 3.144 plazas. De ellas, se destinan en torno a 1.400 a residentes, mientras que 1.700 son para uso rotatorio. Bastaría con asignar a cada uno de ellos determinadas plazas de manera proporcional y ya estaba».

El problema no se resuelve creando más aparcamientos, sino convirtiendo el transporte público, la bicicleta y el desplazamiento peatonal en sustitutos del automóvil. A todo ello hay que añadir la cuestión del coste económico. Se dice que cada plaza tendría un coste final por encima de los 36.000 euros, un precio que no está al alcance de gran parte de residentes, lo cual acentúa la impresión de que se trata de un proyecto especulador. ¿En que queda la llamada sostenibilidad que viene a decir que hay que guardar un equilibrio entre lo económico, lo social y los ambiental?

Es hora de plantearse seriamente otro modelo de ciudad. La plaza de la Cruz y la calle Sangüesa son espacios para vivir, para relacionarse, para conversar, para la lectura, para jugar, con sus diferentes tiendas que desempeñan el papel de comercio de barrio, y también para que aniden en lo alto de los árboles especies protegidas como los autillos -un pequeño búho, además de otras especies que tienen en esa zona sombra para descansar y agua en la fuente central de la plaza de la Cruz.

La defensa vecinal de los arboles, como están haciendo los vecinos y las vecinas del barrio, merece el máximo apoyo. Hoy es la Plaza de la Cruz y sus calles circundantes, mañana pueden ser otros lugares.