Mitos de bajo coste

Se anuncia un tinto de verano sin alcohol que debe ser una auténtica bomba de azúcares; en algunas zonas de Aragón los campesinos de quejan del vuelo de avionetas sin identificar que impiden la lluvia y en las redacciones de todos los medios de comunicación llegaron avisos de la segunda muerte del supuesto espía y traficante de armas Francisco Paesa en un pueblecito francés, con certificación del alcalde y de la hija del testaferro de Luis Roldán.

Con todo ello y unas cuantas noticias sectarias prefabricadas más hay que explicar a los más renuentes los resortes que hacen que se muevan millones de seres humanos hacia Lisboa para un encuentro de jóvenes católicos con el papa de Roma. La mercadotecnia religiosa es pionera, los viajes a tumbas, lugares de apariciones marianas o edificios singulares han sido un negocio desde la edad media, aunque ahora se usan métodos más volátiles en sus convocatorias. La luna llena ayuda.

En medio de este circunstancial efecto bombilla intermitente, hay que apuntar la circunstancia de que Telecinco ha tenido en el pasado mes de julio su peor audiencia histórica. Nunca había tenido tan pocos espectadores pendientes de sus anuncios y programas. Y eso abre una vía de análisis político que se podría entender como de saturación de un espacio electoral. Los cambios directivos, la anulación de programas que han mantenido una fidelidad asombrosa durante años y la canalla y asfixiante presencia de Ana Rosa Quintana ha podido contribuir al abandono de quienes buscaban menos dosis de burdas mentiras derechistas. Se derrumba otro mito.