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Lula espera una declaración contundente de la cumbre amazónica

La cumbre amazónica que comienza hoy se enfrenta al reto de acordar acciones comunes para proteger la selva de la devastación en la declaración «contundente» que espera el anfitrión, Lula Da Silva, y a la vez mantener el objetivo de desarrollo de estos países, entre las presiones del agronegocio y del extractivismo legal e ilegal.

Protesta de movimientos sociales en los Diálogos Amazónicos previos a la cumbre. (Evaristo SA | AFP)

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, espera un documento contundente sobre el clima y la destrucción de la selva en la reunión de los países amazónicos que comienza hoy en Belém.

Será la cuarta reunión de mandatarios de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) y la primera desde 2009 de este bloque, formado por Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela. Solo los presidentes de Ecuador, Guillermo Lasso, y de Surinam, Chan Santokhi, estarán ausentes por cuestiones internas.

En un momento en el que el bosque amazónico atraviesa una grave crisis, afectado por los altos índices de deforestación, la minería ilegal, el expolio del agronegocio, la creciente presencia del narcotráfico y el acoso hacia los pueblos originarios, su reto será combinar la protección de la selva con los objetivos de desarrollo de estos países, la inclusión de sus habitantes y la defensa de los pueblos indígenas.

En este vasto territorio de 6,3 millones de kilómetros cuadrados, hogar de la mayor cuenca hidrográfica del mundo, viven cerca de 50 millones de personas, mayoritariamente en una situación precaria.

PASTIZALES PARA EL GANADO

El presidente brasileño ve necesaria una visión conjunta y acciones comunes de los países amazónicos.

Uno de los mayores desafíos será cómo frenar la deforestación, provocada sobre todo por la presión para convertir la selva en pastizales para ganado, una amenaza que ya ha devorado el 20% de la Amazonía de Brasil, principal productor y exportador mundial de carne y soja.

Y este modelo compromete también a países ricos situados lejos de la selva, a los que Lula reprochó el incumplimiento de los acuerdos alcanzados en otras conferencias sobre el clima, como Copenhague o Kioto, como la financiación para que los países más pobres protejan sus biomas.

«La deforestación no es solo responsabilidad de los países amazónicos. Está enraizada en un agronegocio global que genera ganancias en el Norte. Estas conexiones tan lejanas, Europa, Australia, América, deberían ser parte del debate», estima Paola Arias, profesora de la Universidad de Antioquía, Colombia.

Lula espera igualmente un acuerdo firme para combatir a las mafias volcadas en el tráfico de piedras preciosas, madera, armas, drogas, animales y hasta personas, así como en la piratería científica.

Ayer los ministros de Exteriores y Medioambiente se reunieron a puerta cerrada para ultimar los detalles de la Declaración de Belém, que en un principio constará de unos 130 puntos, antes de la reunión de hoy de los jefes de Estado. Según la ministra de Medioambiente de Brasil, Marina Silva, todos comparten «que la Amazonía no puede alcanzar el punto de no retorno», un extremo que supondría que la selva tropical ha perdido su capacidad de regeneración y camina de forma irreversible hacia su transformación en una sabana, con consecuencias terribles. Algunos especialistas sostienen que ese proceso ya se está observando en algunas zonas.

La comunidad científica y representantes de ONG les dieron varias ideas en los Diálogos Amazónicos celebrados el fin de semana. Sus demandas se resumen en tres puntos: establecer un plazo para acabar con la deforestación, proteger el 80% del bioma a través de nuevas áreas protegidas y tierras indígenas, y declarar la Amazonía en situación de emergencia climática.