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EDITORIALA

Conflicto de valores en la cumbre del Amazonas


Esta semana se ha celebrado en la ciudad brasileña de Belém de Pará la cumbre de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) en la que participan los ocho Estados que comparten la cuenca del Amazonas, una extensión de 6,3 millones de km2 y 50 millones de habitantes, el pulmón del mundo, un nicho de biodiversidad y agua dulce, así como una importante fuente de recursos agrícolas, ganaderos, forestales y minerales cuya explotación está destruyendo la selva, envenenando la tierra y acabando con la vida de las comunidades que moran en ella.

La cumbre finalizó con una declaración en la que se define una agenda común para la cooperación. Entre sus principales puntos destaca el lanzamiento de la Alianza Amazónica de Lucha contra la Deforestación, la cooperación para combatir los crímenes ambientales, la creación de un mecanismo financiero para promover el desarrollo y un fondo para recibir donaciones internacionales para financiar proyectos de desarrollo sostenible. Demasiado acento en las finanzas cuando de lo que se trata es de proteger un espacio natural. Sin embargo, la declaración ha sido criticada por las organizaciones medioambientales por no recoger acciones concretas ni objetivos específicos, como terminar con la deforestación o detener la explotación del petróleo. Las comunidades tradicionales, por su parte, consideran que la situación es tan grave que debería declararse el estado de emergencia climática, y demandan que se persiga a las empresas extranjeras para que sean procesadas por la destrucción que provocan.

Evaluaciones contrapuestas que muestran que en la Amazonia, como en tantos otros espacios, convergen intereses encontrados entre los que tratan de preservar la naturaleza y un modo de vida, y los que buscan la forma de explotar sus riquezas para mejorar la vida de la gente sin menoscabar los bienes de fondo. Un conflicto de valores que analiza y para el que propone vías de cambio Unai Pascual en un importante artículo publicado en “Nature”. Entre tanto, eso sí, lo que ha quedado difuminado es la responsabilidad del Norte global y su enorme demanda de recursos.