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DE REOJO

El síndrome de la cebolla


La cebolla se repite en la laringe, faringe y esófago, se apodera de nuestra respiración y se convierte en un halo que no desaparece, que va y viene, que es reiteración. En este síndrome se encuentra la política subrogada de la banda de Borja Mari que considera que hablar en otro idioma que no se el español es un esperpento. Forma una pareja de marionetas duras con Maroto, que ya tiene cargo en el Senado. La tesis antimatemática de los desesperados de Feijóo es que todavía pueden convencer al PNV para lograr una mayoría que les de el pase a la investidura. ¿Existe alguna posibilidad real de que se materialice este suicido político? Atentos a las pantallas.

Mañana la ciudadanía ecuatoriana acude a las urnas. Quizás sea uno de los momentos más convulsos políticamente. La violencia es una realidad que está incidiendo en la vida cotidiana y por lo tanto la percepción de muchos es que algo se ha roto definitivamente. Los asesinatos de candidatos, las intenciones desestabilizadoras, la presencia de policías y ejército en los actos electorales, la constancia de que los cárteles de la droga están influyendo de una manera directa en esta campaña, convierte al análisis externo en un ejemplo de aplicación del síndrome de la cebolla. Todo lo hemos visto ya, con diferentes intensidades y los resultados: si son a favor de la derecha y la extrema derecha, serán validados al instante sin dudar; pero como el voto popular se decante por la candidata del partido de Correa, habrá problemas graves de toda índole en todas las instancias para desacreditar los resultados, anularlos y proclamar alguna opción diferente.