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Las gafas nuevas


El jueves pasado me compré unas gafas por la razón que todo el mundo compra unas nuevas: se me habían roto las viejas. A veces sonrío cuando paso por delante de los zapateros que siguen publicitando como reclamo principal ser «rápidos», una reminiscencia de cuando la gente solo tenía unos zapatos y prefería una reparación exprés a una buena. Un siglo después hemos cambiado eso de tener un solo calzado por tener unas únicas gafas, señal de que casi estamos allá donde estábamos.

El caso es que yo siempre voy a la misma cadena de ópticas en Barcelona. No son especialmente buenas, pero me gustan y tengo calculado que duran parecido a cualesquiera otras. Y sobre todo son, o solían ser, bastante baratas. Aún lo son para cómo está el mercado, pero me sorprendió cuando me cobraron unos 150 euros por montura y cristales, ambos los más básicos que tenían. En aquel momento llegué a pensar que quizás me traicionaba la memoria y las recordaba más baratas de lo que eran.

Cuando llegué a casa miré cuanto me costaron la última vez. Descubrí que fue en mayo de 2020 y que pagué por unas gafas similares poco más de 90 euros. Casi estuve tentado de llamar a la tienda para preguntarles cómo podía ser. No iba a hacerlo en ningún caso, porque aunque estoy progresando, aún no me he convertido en un padre total de esos que no tienen una brizna de vergüenza. Pero sí tuve un rato para fantasear sobre lo que me dirían. «Todo ha subido muchísimo». Los materiales, la guerra de Ucrania, el precio del aceite, quién sabe si no sacarían alguna tontería sobre la subida del SMI.

No digo nada que no se haya dicho infinitas veces, pero es increíble lo que está pasando con los precios de todo. Y es increíble cómo todos estamos aceptando la situación como un destino trágico contra el que no podemos luchar. Que unas gafas suban más de un 50% en tres años no tiene sentido y cuando esto no es ninguna excepción sino el día a día de todo el mundo, significa que la devaluación de nuestros salarios es mucho más bestia que el peor de los recortes, de las crisis o de las bajadas salariales.