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DE REOJO

El perdón de los pecados


La culpa y el perdón. Los procesos de cada persona para asumir, reconocer, diagnosticar y buscar el antídoto ante un hecho absorbente y delirante, la inmediatez, la presión mediática, el estrés emocional al que Luis de la Fuente se refiere cuando en una rueda de prensa pide perdón públicamente por su actitud de palmero de Luis Rubiales en ese vienes negro donde se asistió a una sesión estrambótica del ejercicio del poder desde una actitud desquiciada de un individuo invadido por la soberbia, rebosante de testosterona tóxica y demostrando un pánico recubierto de violencia gestual y verbal.

El actual seleccionador del equipo de fútbol masculino de España se formó en las dependencias del Athletic Club, jugó de lateral en la etapa más gloriosa, lleva varios quinquenios en categorías inferiores de la Federación logrando buenos resultados y está actualmente en una esquina de la ventana pública por sus vergonzantes aplausos a Rubiales. La comparecencia ante los medios de ayer al mediodía es un documento de difícil definición. No es ejemplarizante. Retrata un momento del fútbol que va a tener consecuencias a corto plazo.

Horas antes en un acto solemne de la UEFA en Mónaco se comprueba una realidad admirable. La considerada mejor entrenadora fue Sarina Wiegman, seleccionadora de Inglaterra, que dedicó su premio a las jugadoras españolas y la mejor jugadora se señaló a Aitana Bonmatí, que con convicción proclamó que hay que acabar con el abuso de poder jerárquico y reclamó respeto no solamente a la Jenni Hermoso, sino a todas las mujeres. Sin perdón.