2023 IRA. 13 Condiciones Carlos GIL ZAMORA Analista cultural En horas bajas, mi pensamiento sobre el hecho teatral involuciona. Sin capacidad para asimilar la cantidad ingente de buenas voluntades, esfuerzos sin recompensa suficiente y visualización de una burbuja de mediocridad avalada por las legiones de seguidores en redes pelágicas invisibles y sin certificación ecológica ni sanitaria, mi vida se vuelve una queja a la nada. No me cabe un desacuerdo más con la mayoría. Me excluyo de la manada. A lo mejor la manada ya me había excluido y no me había dado cuenta. Las voces que habitan mi cavidad craneal convierten mi posibilidad de entendimiento de la realidad en un imposible debido al coro desafinado y contradictorio que no cesa. Estoy por la libertad absoluta, creo firmemente que cada ser humano tiene el derecho de hacer teatro, bailar, componer música, escribir, pintar, hasta cocinar o hacer macramé, pero cuando cada expresión liberadora de esa capacidad se vende como un producto profesional, me sale el viejo gruñón, quizás vencido de envidia o de sinrazón, y me coloco en un territorio de desafección y defensa de una imposible pureza o categoría selectiva. Porque algunas almas cándidas luchamos por mejores condiciones, y nos entendieron mal. Las condiciones no eran cantidad, sino de calidad. No era sumar, sino sublimar, buscar la excelencia. Y este discurso se ha agotado. Es una ilusión, una antigualla, quizás un delirante episodio de senectud.