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DE REOJO

Delirio de estupefacción


No hay nada más tóxico que el oxígeno puro. Te pones a mirar una noticia redactada con nitidez periodística y que no contenga ninguna dosis contaminante que ayude al sesgo o el dogma y sufres una suerte de apoplejía reversible y transitoria. Las noticias que nos sirvieron los medios de comunicación de la tríada mafiosa sobre lo sucedido en Catalunya con la conmemoración de la Diada son el preludio de una pandemia de intoxicación aberrante de la extrema derecha española bicéfala y sus medios convertidos en correas de transmisión de todos los programas y estrategias de desestabilización democrática en marcha con consentimiento fáctico.

El escepticismo es un tratamiento y una cura ante tanta concupiscencia malsana. Si intentas solidarizarte con el pueblo marroquí y te colocan en la pantalla contigua imágenes de ese déspota llamado Mohamed VI, la flexibilidad de tus arterias principales sufre un estado de contracción que puede despertarte el agobio, la incomprensión o venirte en aluvión las canciones revolucionarias con las que superaste el acné y la frustración de la dictadura franquista. Imposible para este incrédulo analizar con respeto a este sátrapa y sus consecuencias geopolíticas.

En pleno delirio de estupefacción me quedo colgado con un suceso alucinante; un tipo al que le disparan en una reyerta y la bala choca con la prótesis que le pusieron por el desgarro de otra bala en otra pelea y le protege de males mayores. Los fascistas llevaban unos escapularios que ponían: «detente bala». Está claro que la fe mueve montañas de mentiras o de mierda.