2023 IRA. 15 GAURKOA María Rosa Urraca Pastor Víctor MORENO Profesor Uno de los personajes de tebeo más populares de los años 50 fue Doña Urraca. Lo creó Miguel Bernet («Jorge»). A los años, supimos que se inspiró para su creación en la política carlista Urraca Pastor (1900-1984), madrileña, hija de militar, que estudió Magisterio en Bilbao donde la familia se había afincado, tras su paso por Burgos, y que murió en Barcelona por peritonitis. En la República, la Urraca de carne y hueso fue habitual en los periódicos carlistas, participando en mítines junto con Esteban Bilbao, Rodezno, Gaitán de Ayala, Pradera y Beunza, carlistas de postín. Por su extremosidad verbal, las izquierdas la calificaron de «urraca, carcunda y retrógrada». Indalecio Prieto decía en “El Liberal” que «los cavernícolas ya han encontrado su Miss». En efecto. Los carlistas solían recibirla en los mítines con el grito de «¡Viva miss Cavernícola!». En 1933, quiso ser parlamentaria por Guipúzcoa, pero no obtuvo escaño. El periódico “El Siglo Futuro”, en marzo de 1936, informaba que Urraca Pastor presidió la «Junta General en la Sección Femenina Tradicionalista de Madrid», «en representación del Jefe Delegado Fal Conde». Como presidenta honoraria, se nombró a «la excelentísima señora condesa de Rodezno». Al año siguiente, 20 de abril de 1937, el Decreto de Unificación que fusionó carlistas y falangistas en un partido único, FET de las JONS, llevó a Urraca al transfuguismo político como Rodezno. El sector «falcondista» la excomulgó. Aunque figuró en la dirección nacional de la Sección Femenina, presidida por Pilar Primo de Rivera y varias damas de la aristocracia, ya no fue lo mismo. Sus relaciones con la hermana de «el Ausente» hicieron agua y, para su desgracia, el Dictador no le pagó los servicios prestados como ella esperaba, es decir, honrándola con un título nobiliario. El fin de la guerra terminó por silenciar su nombre e, instalada en Barcelona, nunca se supo de ella, excepto que dio clases de dicción y de oratoria. He visto imágenes suyas en los periódicos cuando era activa militante de Acción Católica; posando en la Junta directiva y oradoras de la Asociación de Margaritas de Pamplona con Dolores Baleztena, Carmen Villanueva, María Echandi; en el Frente de Somosierra y, vestida de enfermera, como responsable de la Delegación Nacional de Frentes y Hospitales, nombrada por Franco, «el generalito que regía el país con mentalidad de mujer militar», en comentario bastante desafortunado de Caro Baroja. ¿Qué vio en ella el dibujante Bernet para convertirla en Doña Urraca? Sin duda, el odio. Ambos son seres amargados que buscan su felicidad destruyendo al otro. Bernet vio en Pastor el tradicionalismo antirrepublicano de su época que solo buscó la destrucción de la II República. Pero no parece que esta fuera la causa por la que en 1950 la censura le obligó a rebajar los tintes de humor negro de la serie. Urraca Pastor ya era un cero en el régimen y nadie había reparado aún en que el personaje del tebeo era una deformación caricaturesca de su persona. Vista la caracterización de Doña Urraca, cabe preguntarse si Bernet exageró o no al asociarla con Urraca Pastor. Para ello será bueno que el lector conozca algunos hechos de su vida. Primero. El 26 de septiembre de 1936, Urraca «visitó Mondragón». En realidad, y como dijo “Diario de Navarra”, «nuestras tropas» (y con ellas, Urraca) «entraron en Mondragón a la bayoneta» (27.9.1936). En la calle reconoció al párroco J. J. Arín, a quien agarró de la pechera exigiéndole por tres veces que gritase «viva España!», añadiendo que, «si de mí dependiera ahora mismo serías fusilado». Pasado un mes, Arín y sus coadjutores, Guridi y Markiegi, serian asesinados en la tapia del cementerio de Oiartzun. Y no se permitió hacerles un funeral. ¿Para qué? Urraca decía de los rojos que «morían distinto, peor, porque no creían en Dios». El problema es que esos sacerdotes no eran rojos, sino nacionalistas. Segundo. Mercedes Sanz Bachiller, fundadora de «Auxilio Social», opinaba que había que tratar igual a los huérfanos de guerra fueran de derechas o de izquierdas. Urraca escribió al respecto: «¿Se puede pensar en la posibilidad de que los hijos de nuestros mártires y de nuestros héroes, los huérfanos de los Cruzados de España convivan, se eduquen y se formen en las mismas instituciones que los hijos de los asesinos rojos, los huérfanos de quienes murieron con las armas en la mano del lado de allá o bajo el peso inexorable de la ley y de la justicia de nuestro lado?». Después se preguntaba: «Son responsables los hijos de los delitos cometidos por los padres?» Y respondía: «Realmente es un problema de difícil solución. La caridad cristiana, además de obligarnos al perdón, nos habla de misericordia y amor para esos niños que no son ciertamente responsables de la maldad de sus padres. Y, sin embargo, un deber de justicia nos dice que parecería casi una monstruosidad a nuestros Cruzados generosos que España no tuviera el más mínimo gesto de predilección por sus viudas y huérfanos. El problema sentimental pasa a ser pedagógico. Una previa clasificación pedagógica de estos niños resuelve la cuestión: enviar a preventorios y reformatorios a muchos de estos huerfanitos» (“Así empezamos: Memorias de una enfermera”. Bilbao Editorial Juventud, 1940). O, mucho mejor, secuestrarlos al nacer y venderlos a padres de Acción Católica. Como en el franquismo. Cuando de «muetes» leíamos el tebeo, además de pensar que estábamos ante una harpía de cuidado, reíamos porque aquello era humor, negro, sí, pero humor. No pasa eso con los textos y hechos de Urraca Pastor con los que es imposible reírse. Más bien, invitan a llorar. Digamos que lo malo ya sucedió, pero lo peor es que en la actualidad haya gente que pretenda seguir sus pasos, invocándola como «una gloria nacional». ¿Gloria nacional? Bueno, en la aldea de La Dehesa (Huelva), municipio de Minas de Río Tinto, sigue teniendo una calle dedicada a su memoria, lo que no parece muy acorde con la Ley de Memoria Democrática. ¿Qué vio en ella el dibujante Bernet para convertirla en Doña Urraca? Sin duda, el odio