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EDITORIALA

El Sur global reivindica en Cuba otro orden mundial


La cumbre del grupo G77 y China ha convertido por unos días a La Habana en la capital del Sur global. El grupo se formó en 1964, en el marco de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad), y en la actualidad reúne a 134 países que buscan que los países marginados del desarrollo tengan voz propia en el mundo actual. Estos países, como señaló en la inauguración el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, son víctimas del «intercambio desigual», de la «brecha científica» y de la «crisis climática». Es por ello que abogan por cambiar el actual orden internacional, que califican de injusto e insostenible.

Buen ejemplo de ese orden internacional injusto es el bloqueo impuesto por EEUU a Cuba hace seis décadas y que fue renovado a comienzos de septiembre por el actual presidente, Joe Biden. Al bloqueo se une desde 2021 la inclusión de Cuba en la lista de países «patrocinadores del terrorismo», decidida por Donald Trump. La excusa fue que no extraditó a los miembros del ELN que se estaban en la isla en el marco de las negociaciones de paz de Colombia. El Gobierno cubano alegó que de ese modo violaría el protocolo de mediador, postura que fue respaldada por el otro país mediador, Noruega. De momento, de nada ha servido que el actual presidente de Colombia, Gustavo Petro, retirara la petición de extradición y retomará las negociaciones. El sordo impacto de las sanciones se hace patente en ámbitos tan distantes como la investigación científica, el acceso a instrumentos de cobro y pagos, la contratación de servidores para internet e incluso la entrega de ayuda humanitaria. De hecho, la relatora de Derechos Humanos de la ONU, Alena Douhan, denunció ayer el tremendo impacto de las sanciones unilaterales en los sistemas sanitarios, que aumentan las tasa de mortalidad, incluso «en países como Cuba, con un sistema sanitario muy desarrollado».

Organizar la cumbre con la presencia de un centenar de delegaciones, una treintena de jefes de Estado y el secretario general de la ONU supone un importante éxito político y diplomático de Cuba. El Sur global clama en La Habana contra el injusto y miserable orden internacional actual.