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Atención primaria presencial y sin prisas


En Osakidetza estamos para atenderle 24 horas al día, siete días por semana. Las personas, lo primero: si le duele la cabeza, por favor pulse el 1, si le duelen las tripas pulse el 2, si tiene tos, el 3, mareos, el 4; insomnio, el 5... Osakidetza siempre avanzando, una punta de lanza en tecnologías de información y comunicación, transformación digital, centros virtuales y «atención en diferido» a la ciudadanía. Mientras tanto, escatima el tiempo de las consultas presenciales en Atención Primaria, consultas que el médico tiene que abandonar cuando le llega un aviso urgente a domicilio, dejando a los pacientes en la sala de espera, en la que se va acumulado el retraso en las citas, en las que ya se han introducido los pacientes indemorables/urgentes -pacientes sin cita previa- y si esto fuera poco, hoy toca atender a los del compañero ausente por la razón que sea. No hay sustitutos ni tiempo.

Hace seis años el “British Medical Journal” se preguntaba: ¿Por qué los médicos de familia siempre están corriendo y llegan tarde? Margaret McCartney, médico de familia escocesa, respondía: «Porque la atención primaria se basa en una mentira: que podemos hacerla bien y segura en diez minutos». Mentira que genera frecuentemente una persistente sensación de fracaso.

Aun así, la experiencia de los meses previos a mi jubilación me ha confirmado la importancia del médico de familia y me ha mostrado lo que más valoran y aprecian los pacientes en su médico de familia. Desde enero les iba informando de que en verano me jubilaba. Cuantas vivencias, alegrías y tristezas, cuanta complicidad: «Cada vez que me acuerdo de mis padres, de mi hermana, me acuerdo de ti»; «Venía avergonzado a la consulta y no me sentí evaluado ni juzgado, me sentí respetado, no te puedes imaginar lo importante que fue eso para mí»; «Qué importante fue para nosotros saber que podíamos contar contigo»...

Muchos se emocionaron y me emocionaron; no me hablaron de síntomas, diagnósticos, ni tratamientos. Me asociaban con momentos muy significativos para ellos, y lo que más valoraban era la confianza, la implicación y el tiempo dedicado. ¿Cuánto valen estas experiencias? Si perdemos esto, ¿qué nos queda? ¿Alguien se cree que, escatimando diez minutos y a la carrera, los médicos están en disposición de atender adecuadamente los momentos críticos, vitales y significativos para el paciente?

El tiempo previsto para cada consulta puede ser un buen indicador del tipo de sistema de salud que tenemos. Con diez minutos y decenas de consultas al día, solo nos podemos centrar en que una enfermedad importante no pase desapercibida. Como sabemos, esto es imprescindible, pero de ninguna manera suficiente; y si nos quedamos en eso, la Atención Primaria se convierte en algo similar a los Puntos de Atención Continuada (PAC-urgencias extrahospitalarias), donde se atienden los procesos agudos de los pacientes. Eso no es Atención Primaria de Salud.

Los pacientes necesitamos ser tratados como personas, ser escuchados, entendidos, que se tengan en cuenta nuestras dolencias, junto a nuestras dudas, preocupaciones, miedos, preferencias, expectativas, creencias..., porque todos estos son también determinantes de nuestra salud. Este abordaje integral de la persona es imprescindible para los profesionales de Atención Primaria, porque posibilita la relación médico-paciente de confianza y complicidad. Relación que no se consigue con médicos a la carrera y con prisas. Relación que precisa de consultas presenciales con tiempo suficiente para poder responder a esas situaciones que serán recordadas en las despedidas.

¿Cuánto tiempo por consulta puede considerarse suficiente? ¿Cuánto tiempo se necesita para orientar un síntoma agudo, una diarrea, fiebre, «me duele la espalda», «me mareo», «me canso», «no puedo dormir», «no me siento bien»? ¿Quince minutos? ¿Cuánto tiempo se necesita para consensuar con el paciente un plan de mejora de su salud? ¿Veinte-treinta minutos? ¿Cuánto tiempo se necesita para evaluar el impacto y negociar su plan personalizado de salud integral bio-psico-social, con un paciente que acude tras haber sido dado de alta del hospital, tras un infarto, un accidente cerebrovascular, un diagnóstico de cáncer...? ¿Treinta minutos? ¿Cuánto tiempo necesitamos en una consulta con unos padres que acuden con su hijo adolescente porque le notan «raro»? ¿Treinta minutos? ¿Cuánto tiempo es necesario para atender a una persona que ha perdido a un ser querido y presenta un duelo normal? ¿Quince minutos? ¿Y si se complica algo? ¿Cuánto tiempo es necesario para atender a una mujer que puede estar sufriendo violencia de genero? ¿Treinta minutos? ¿Cuánto tiempo es necesario en una consulta en el domicilio con un paciente que precisa cuidados paliativos... ¿Treinta minutos? ¿Y con una persona que solicita la eutanasia? Escuchar requiere tiempo. Explorar requiere tiempo. Dialogar requiere tiempo. Negociar un plan de actuación requiere tiempo. ¿Y dar formación? ¿Investigar?

Ya está bien, está claro que necesitamos cambios estructurales y organizativos urgentes. Basta ya de palabrería, necesitamos más recursos para infraestructuras, médicos de familia, personal administrativo y muchas más enfermeras que posibiliten una organización de la prestación de servicios sin la actual sobrecarga, que limite un máximo de consultas presenciales (no más de veinte al día, por favor) con tiempo asignado suficiente (no menos de quince minutos), y con el número de consultas y tiempo por consulta blindado, sin interrupciones por avisos domiciliarios urgentes, indemorables, pacientes de compañeros ausentes y no sustituidos, etc.

Durante estos meses de despedida, las consultas terminaban de la misma forma que este escrito, con mi agradecimiento sincero a las personas que he tenido la oportunidad de atender durante décadas por su confianza, sus cuidados y sus enseñanzas. Creo sinceramente que he aprendido mucho gracias a ellos. Este es el verdadero valor añadido que aporta la Atención Primaria.