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MERCEN4RIOS

Hasta agotar todas las balas


Aestas alturas, se supone que todo el mundo está advertido de los entresijos que dan forma y sentido -no coherencia- a esta franquicia y que esta cuarta entrega servía como despedida a su principal ideólogo, Sylvester Stallone.

Lamentablemente, el producto se aleja por completo de un sentido crepuscular que hubiera dotado de mayor enjundia al conjunto y se aferra a sus coordenadas acostumbradas. En esta oportunidad, topamos con dos misiones. La primera transcurre en Libia, en una “antigua planta química de Gadafi”, durante la cual Stallone, Jason Statham y sus amigos fingen conducir vehículos blindados y se reparten gritos y maldiciones mientras todo salta en pedazos a su alrededor.

La segunda se escenifica en un carguero que avanza plácidamente por aguas rusas, y que transporta en sus bodegas sendos detonadores que están conectados a una bomba nuclear que ha sido programada para explotar en medio del Océano Ártico y desencadenar la Tercera Guerra Mundial. Los gritos no cesan, al contrario.

AL BORDE DE LO IMPROBABLE

Detrás de tan sobrecogedor plan hay varios sospechosos y uno de ellos, toda una luminaria, se encuentra a bordo de dicho barco tras haberle sido abonada una muy suculenta cifra de dinero que, supongo que los guionistas tendrán la respuesta olvidada en algún cajón, nunca sabremos cómo demonios iba a gastarla. Todo en “Mercen4rios” bordea lo improbable, el guion hace aguas y la única preocupación de quienes firmaron el libreto, consistió en reunir al mayor número posible de rostros conocidos, incluyendo al rapero 50 Cent, cuyo mayor retro interpretativo ha consistido en apretar el gatillo de manera continuada y sin tartamudear.

Al coro se suma, en clave hornamental, Megan.