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Polonia y Hungría vetan la cuestión migratoria en la declaración de los 27

El veto de Polonia y Hungría al pacto de la UE sobre migración y asilo impidió aprobar en la cumbre de Granada una declaración final sobre el tema respaldada por todos los Estados miembros. Los 27 abordaron también los cambios internos que debe emprender el bloque de cara a su ampliación, con dudas respecto a cómo articular el proceso.

Olaf Scholz para por delante de Viktor Orban para posar en la foto de familia. (Ludovic MARIN | AFP)

Polonia y Hungría mostraron ayer su furibunda oposición a la reforma del sistema migratorio de la Unión Europea (UE) en la cumbre informal de jefes de Estado y de Gobierno celebrada en Granada, dos días después de un acuerdo clave entre los Estados miembros.

«No tenemos miedo de los dictados que vienen de Bruselas y Berlín», lanzó el primer ministro polaco, el ultranacionalista Mateusz Morawiecki, a diez días de las elecciones parlamentarias en el país. Criticó que se pretenda imponer un sistema para «distribuir migrantes ilegales» entre los países comunitarios y expresó su rotunda oposición al pacto cerrado en Bruselas.

Su homólogo húngaro, el ultraconservador Viktor Orban, en su habitual tono provocador, criticó que la Unión Europea ha «violado» y «forzado» a Hungría y Polonia a aceptar los recientes acuerdos, puesto que fueron aprobados sin su visto bueno: «Si te violan legalmente, te obligan a aceptar algo que no te gusta, ¿cómo es posible llegar a un compromiso, a un acuerdo? Es imposible».

La cuestión migratoria, una de las más espinosas entre los Veintisiete, se impuso en las discusiones, en momentos en que Europa se ve confrontada a una nueva ola de migrantes en Lampedusa y Canarias.

MECANISMO DE SOLIDARIDAD

Los Veintisiete alcanzaron el miércoles un acuerdo para avanzar en la reforma del Pacto de Migración y Asilo, después de tres años de parálisis en las negociaciones, con el objetivo de implementar un mecanismo de solidaridad obligatoria entre los Estados miembros si alguno de ellos enfrenta la llegada masiva de personas migrantes a sus fronteras, como ocurrió con los refugiados sirios de 2015 y 2016.

El texto, que también endurece los procedimientos tradicionales de asilo haciéndolos menos protectores para los migrantes, requirió un compromiso para superar las reticencias alemanas e italianas.

El reglamento, que aún debe ser debatido en el Parlamento Europeo, fue aprobado por mayoría cualificada -no se necesita unanimidad-, con las abstenciones de Austria, Eslovaquia y República Checa, y la oposición de Polonia y Hungría. Sus valedores creen que «va a permitir desbloquear» la reforma migratoria.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, calificó el acuerdo como «elemento crucial del puzzle» migratorio y confió en que se pueda «cruzar la línea de meta» rápidamente, en referencia a la aprobación de la reforma.

En la práctica, ni Polonia ni Hungría pueden vetar la reforma, ya que estos textos se aprueban por mayoría cualificada, un procedimiento que estos dos países siguen rechazando. De hecho, exigieron sin éxito que la declaración final de la cumbre incluyera una referencia a la necesidad de lograr la unanimidad para adoptar una reforma migratoria, según fuentes diplomáticas.

Al no lograrlo, bloquearon la adopción de una declaración conjunta sobre migración, un gesto simbólico, pero que muestra las grietas en el bloque sobre esta cuestión.

En su lugar, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, publicó su propio texto, que afirma que «la migración irregular es un desafío europeo que requiere una respuesta europea». Señala que «necesita ser abordada inmediatamente de manera decidida (…) de manera efectiva y rápida». Y defiende combinar una «creciente acción externa, asociaciones exhaustivas con países de origen y tránsito mutuamente beneficiosas, abordar las causas de origen de la migración, oportunidades para la migración legal o más protección efectiva de las fronteras exteriores de la UE».

ABRIR LAS PUERTAS

Al margen de la migración, los líderes de los Veintisiete abordaron temas como la ampliación del bloque comunitario con la futura entrada de nuevos Estados miembros. Todos coinciden en que el club tendrá que abrir en algún momento sus puertas a nuevos socios -los apoyos se diversifican-, así como que el camino hacia la UE de los países candidatos debe estar «basado en méritos».

En esa línea, los jefes de Estado y de Gobierno reconocen que también tienen «deberes» internos en materia de política exterior o fiscal, y de funcionamiento, para adaptarse a la potencial entrada de los Balcanes Occidentales, Moldavia, Ucrania o Georgia, y, por eso, «sugieren» a la Comisión Europea que trabaje en documentos para orientar qué adaptaciones y reformas tienen que acometer.

Además, el canciller alemán, Olaf Scholz, advirtió de que los países receptores netos de fondos de cohesión no pueden esperar seguir siéndolo en una UE ampliada.