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Veinte años de «Kill Bill»: Mi katana lleva escrita la palabra «Venganza»

“Kill Bill”, tomada en su conjunto como una sola obra, no es simplemente una gran película; es toda una declaración de estilo y originalidad. Este filme de Quentin Tarantino ha dejado un impacto duradero en la cultura pop gracias a su mezcla de géneros, su narrativa no lineal y una inolvidable galería de personajes que tuvo su eclosión en el cara a cara entre David Carradine y Uma Thurman.

Uma Thurman esgrime su letal y legendaria katana Hattori Hanzo. (MIRAMAX)

A la hora de adentrarse en el imaginario tarantiniano, resulta obligatorio mirar hacia atrás y descubrir el nacimiento de semejante criatura cinematográfica. El actor Steve Buscemi lo definió así: «Cuando vi ‘Pulp Fiction’, con ese niño pequeño mirando una gran televisión, él solo en la habitación, con la tele como única amiga... Para mí, ese niño es el propio Quentin».

Tras su etapa infantil y con su voracidad de celuloide en plena eclosión, Tarantino vivió un episodio vital crucial: su relación con el videoclub Video Archives, de Manhattan Beach. De esta forma, el futuro cineasta se convirtió en un insaciable devorador de películas y en el cliente más rentable de este mega-videoclub que contaba con una gigantesca pantalla panorámica.

Un buen día, aceptó un puesto de empleado en dicho establecimiento a cambio de 4 dólares a la hora. Entre las cintas de VHS que figuraban entre sus favoritas, asomaba el sello ensangrentado de “Made in Hong Kong”, películas de acción que condimentaba con otras de artes marciales chinas y de yakuzas vengativos y salvajes. De semejante cóctel asomó su tozudo empeño de rendir un tributo a semejante maremágnum.

UN CÓCTEL VARIADO

El díptico “Kill Bill” emergió del enloquecido centrifugado creativo de Tarantino a finales de los noventa, cuando el director ya había establecido su reputación como un narrador de historias feroces y originales.

De esta forma, introdujo en su chistera detalles de artes marciales, yakuzas, western, anime y elementos de cine negro. El último golde de gracia no lo dio una varita mágica, sino la venerada katana Hattori Hanzo que esgrimió para la posteridad “La Novia”, encarnada por Uma Thurman.

“Kill Bill” fue cobrando forma mientras rodaba “Pulp Fiction” en 1994. Durante la producción de esa película, el cineasta y guionista cayó en la cuenta de que había creado personajes femeninos muy fuertes en sus proyectos previos, y sintió una necesidad apremiante de explorar la venganza desde la perspectiva de una mujer.

Este deseo de empoderar a su protagonista lo llevó a idear a “La Novia”, un personaje que encarnaría la ira y la determinación como nadie antes lo había hecho.

FURIA Y RESOLUCIÓN

Dividida en dos volúmenes -el primeró se estrenó en 2003 y el segundo, un año después-, es un tour de force de narración no lineal, una de las marcas distintivas de Tarantino. Con un montaje mediante constantes saltos temporales, la historia se gestó en capas, revelando gradualmente la trama y dejando al espectador en un estado constante de sorpresa y expectación. Cada una de las secuencias fue tratada como una pieza de rompecabezas, creando una imagen global de venganza implacable y redención.

El reparto fue crucial. En el papel principal de “La Novia”, Uma Thurman personificó la furia y la resolución de su personaje de una manera que nos dejó sin aliento, esgrimiendo su afilada katana y vistiendo su no menos mítico mono amarillo, un vestuario que originalmente lució Bruce Lee en la película de Robert Clouse “Juego con la muerte” (1978). Como dato curioso, Tarantino reveló que en el rodaje, la actriz odiaba dicho mono porque parecía «un polo de plátano». A todo ello se sumó la presencia de un David Carradine que trituró aquí al bondadoso personaje que encarnó en la mítica serie televisiva “Kung Fu”.