GARA Euskal Herriko egunkaria

Entrar en Gaza, pero... ¿y luego qué?


Diez días después de la brutal incursión de Hamas en las localidades fronterizas con Gaza, y tras las iniciales amenazas de una ofensiva terrestre inminente, la dramática espera y el desconocimiento sobre su alcance da pie a todo tipo de especulaciones.

Algunos ponen el acento en las presiones de EEUU para que Israel module y contemporice su respuesta.

Analistos militares insisten en que preparar una operación de este tipo precisa logística y tiempo, más cuando se ha movilizado a 360.000 reservistas que llevan años sin combatir.

Medios israelíes aseguran que el Ejército israelí teme que, en cuanto entre en Gaza, Hizbulah (léase Irán) le abra un nuevo frente con una incursión en el norte similar o mayor aún a la de Hamas el 7-O.

Sin olvidar, por supuesto, que Gaza puede convertirse en una ratonera. Un portavoz de Yihad Islámica ya ha saludado a los israelíes con un elocuente «Bienvenidos al infierno».

Está, finalmente, la cuestión de los rehenes y las presiones de sus familias para que Israel haga honor a su lema de «no dejar a nadie atrás». En un contexto, además, de malestar político en Israel y de desprestigio total de Netanyahu.

Se da por hecho que Israel, que en una semana ha matado ya a más palestinos que en los dos meses que duró la más sangrienta «Guerra de Gaza», la de 2014, va a entrar. La duda es cómo y hasta cuándo.

Porque, en caso de que su ofensiva contra Hamas tuviera éxito -está por ver-, lo que no quiere Israel, pese a los sueños del sionismo más recalcitrante, es reocupar una Gaza de la que se desconectó en 2005, sacando a 80.000 colonos judíos, y a la que somete a bloqueo desde 2007.

El problema es que no tiene a quién cedérsela para que la gestione y se convierta en su gendarme.

El Egipto del autócrata al-Sissi, que administró la Franja desde 1948 (Naqba) hasta 1967, no quiere ni oir hablar de ello. Y menos en un territorio con semejante arraigo de los Hermanos Musulmanes palestinos (Hamas), hermanos, valga la redundancia de los Hermanos Musulmanes egipcios a los que arrebató el poder en un golpe de Estado, masacró y mandó a las catacumbas.

¿La denostada Autoridad Palestina (ANP)? Bastante tiene con que la población no la derroque en Cisjordania.

¿Rescatar la vieja idea del laborismo israelí de pasársela, una vez «depurada», a una fuerza multinacional de países árabes amigos? Harto improbable.

Se cumpliría el viejo y tan comprobado adagio de que «si no es fácil entrar, lo verdaderamente difícil es salir».