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INFIERNO EN GAZA

Masacre con más de 500 muertos en el bombardeo israelí de un hospital

Israel fue más allá de cualquier masacre llevada a cabo hasta la fecha en Gaza y mató a medio millar de personas en un hospital donde cientos de palestinos, como en otros centros sanitarios, se refugiaban de las continuas bombas y de la amenaza de invasión terrestre. El bombardeo suscitó un rechazo global y algunos países lo calificaron como un acto genocida.

Cadáveres de las víctimas del ataque en el exterior del hospital de Al Ahli. (Dawood NEMER | AFP)

Cuando las cifras de muertos en la asediada Gaza ya superaban los 3.000 sin que Israel mostrara intención de parar los bombardeos continuos que inició hace once días contra la Franja, una matanza sin precedentes golpeó a la aterrorizada población palestina.

Más de 500 personas murieron en el bombardeo israelí contra el hospital Al Ahli de la Ciudad de Gaza, según el Ministerio de Sanidad gazatí. Tras el bombardeo se desató un incendio en el centro sanitario, una institución cristiana perteneciente a la iglesia anglicana, donde había unas 2.000 personas que se estaban refugiando de los bombardeos tras haberse visto obligadas a abandonar sus casas, una dinámica que se ha visto en la mayor parte de hospitales de la Franja. «Estábamos operando en el hospital, hubo una fuerte explosión y el techo cayó sobre el quirófano. Esto es una masacre», denunció el doctor Ghassan Abu Sittah, médico de MSF.

«La horrible masacre cometida por la ocupación sionista, que dejó cientos de víctimas, es un crimen de genocidio», declaró Hamas, que detalló que la mayor parte de fallecidos y heridos son familias desplazadas, pacientes, niños y mujeres que creían que podían protegerse en el lugar.

«La masacre en el Hospital Árabe al-Ahli no tiene precedentes en nuestra historia. Si bien hemos sido testigos de tragedias en guerras y días pasados, lo que ocurrió esta tarde equivale a un genocidio», denunció Mahmud Basal, portavoz de la Defensa Civil de Gaza.

También la Autoridad Palestina lo calificó de «crimen horrible en una guerra genocida» y responsabilizó a Naciones Unidas y a los países que apoyan a Israel del crimen debido a su silencio. «¿Qué mente infernal ataca un hospital que acoge gente desarmada deliberadamente?», se preguntó el secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Abulgeit.

Egipto, Turquía, Omán y Jordania también señalaron la responsabilidad de Israel. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, señaló que «un ataque contra civiles no está en línea con el derecho internacional», aunque la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, alegó que necesitaba «confirmar» lo ocurrido.

El Ejército de Israel, por su parte, atribuyó el ataque a un cohete de la Yihad Islámica basándose en sus fuentes de Inteligencia.

ATAQUE A UNA ESCUELA DE LA ONU

Previamente, Israel había atacado también una escuela de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos en Oriente Próximo (Unrwa), en el campo de refugiados de Al Maghazi, donde mató al menos a seis personas y decenas resultaron heridas.

La ONU consideró que «es atroz y, de nuevo, demuestra una completa falta de respeto por la vida de los civiles». La escuela atacada albergaba al menos a 4.000 desplazados.

Las instalaciones de la Unrwa acogen en total a 400.000 personas, mientras que la cifra global de desplazados en la Franja ronda el millón, casi la mitad de su población.

Gaza está sufriendo los mayores estragos humanos de los últimos años y casi dos tercios de las víctimas mortales en el enclave son mujeres y niños.

El bombardeo de hospitales y escuelas de la ONU donde la población intenta refugiarse hace que no haya lugar seguro, mientras Israel ha amenazado a la población para que abandonen el norte de la Franja preparando una posible invasión terrestre.

Las autoridades gazatíes hicieron «un llamamiento urgente» a cualquiera que tenga combustible para que contacte inmediatamente con el Ministerio de Sanidad, ante el riesgo de que los centros médicos y hospitales se queden sin suministros y con las admisiones en «un estado de colapso virtual a causa de los cortes de electricidad».

El Turkish Friendship Hospital, el único centro oncológico en el enclave palestino, suspendió gran parte de sus servicios y alertó de que tendrá que parar todas sus actividades en 48 horas

Los aviones israelíes también bombardean la ciudad de Rafah, donde se encuentra el paso hacia Egipto. Ha sido atacada ya en cuatro ocasiones, impidiendo la entrada de ayuda. Mientras, las reservas de comida se agotarán en cuatro o cinco días, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, que tiene preparadas más de 300 toneladas de ayuda en caso de que Israel acceda a la apertura del paso. El PMA advirtió de una situación catastrófica en la que, «cada día hay más gente al borde de la inanición». Cientos de personas hacen cola cada día para conseguir un poco de pan con un solo molino de harina en funcionamiento.

También la sed amenaza a los gazatíes. Israel cortó el suministro de agua, bombardeó las canalizaciones e impide la entrada de combustible para las desalinizadoras. La desesperación está llevando a consumir agua de los pozos contaminados o agua salada.

Unicef teme que en este desastre, tras una semana sin agua potable, electricidad ni comida, comiencen a desatarse epidemias.



Redoblan los ataques en Cisjordania

«Los soldados y colonos israelíes abren fuego fácilmente para vengarse de lo que sucedió en Gaza», señala Faraj Beitaui. En su aldea, como en todas partes de la ocupada Cisjordania, los palestinos viven en constante temor. Desde la incursión palestina del 7 de octubre en localidades y bases militares israelíes, el Ejército que está devastando Gaza también azota las ciudades y pueblos cisjordanos.

Al menos 61 palestinos han muerto ya y más de 1.200 han resultado heridos en este pequeño territorio infestado de puestos de control y asentamientos israelíes. Hasta esa fecha la cifra de muertos ya era la mayor desde 2005, pero ahora los colonos ven esta guerra como una oportunidad de oro para atormentar a los palestinos e intentar expulsarlos por la fuerza, y el Ejército parece aumentar aún más su tolerancia. Se han multiplicado los ataques a coches palestinos, la destrucción de terrenos agrícolas, los saqueos de tiendas, las amenazas y los intentos de ataque a las aldeas, pogromos que recuerdan el del invierno pasado en la ciudad de Huwara, donde ahora comercios han cerrado por miedo mientras en Deir Jarir, cerca de Ramallah, los jóvenes hacen rondas para protegerse.

A la vez, unos 470 palestinos han sido puestos en detención administrativa, el régimen que permite a Israel encarcelar a personas sin cargos contra ellas. «Hacía años que no veíamos una campaña de detenciones de esta magnitud en Cisjordania», indicó la Asociación de prisioneros palestinos. GARA