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«1970. Modos de matar y morir», un grito de la memoria contra la impunidad

En el año 1970, las fuerzas policiales franquistas causaron la muerte de tres personas en Gipuzkoa. Tres historias con un nexo común: la falta de reconocimiento a las víctimas y la impunidad de los verdugos, incluso medio siglo después. Ahora un libro publicado por Aranzadi recupera estos casos y el contexto en el que se produjeron.

Familiares de Antonio Goñi, Roberto Pérez y José Manuel Andueza posan con sus fotografías. (Gorka RUBIO | FOKU)

“1970. Modos de matar y morir” es el título del tercer libro de la colección Memoria, puesta en marcha por la Sociedad de Ciencias Aranzadi para recuperar capítulos de la historia represiva en este país. La serie empezó con “1968. Gipuzkoa en estado de excepción” y siguió con “Erandio 1969. La herida abierta”.

Esta nueva obra se presentó ayer en el salón de actos de la Facultad de Derecho, en el campus que la UPV-EHU tiene en Donostia. El sancta sanctorum del edificio, puesto que es el espacio en el que «se defienden las tesis doctorales y las cátedras ante un tribunal. No es casualidad que presentemos aquí este libro», remarcó Eneko Etxeberria, profesor del departamento de Derecho Público, exalcalde de Azpeitia y autor del prólogo.

El libro, escrito por el historiador Javier Buces -también es autor de los títulos anteriores, el primero junto a otras firmas-, repasa las circunstancias en las que fallecieron en 1970 José Manuel Andueza, (natural de Bera), Roberto Pérez Jauregi (Eibar) y Antonio Goñi Igoa (Etxarri Aranatz). Los dos primeros por disparos de la Guardia Civil, mientras que el tercero se quitó la vida tras ser sometido a torturas durante varios días.

Eneko Etxeberria apuntó que este tipo de investigaciones tendrían que haber sido llevadas a cabo desde instancias judiciales, algo que por desgracia no se ha producido. «Es tarde, han pasado 53 años, pero al menos que se haga algo de justicia y sobre todo de reconocimiento», apostilló.

Buces, responsable del Área de Memoria Histórica del Departamento de Antropología de Aranzadi, denunció la existencia de «víctimas de primera, de segunda e incluso de tercera, víctimas olvidadas», y agradeció la disposición de las familias porque «sin su ayuda un libro así no se puede escribir. Los historiadores investigamos en archivos, actas de defunción, informes, pero son importantes los testimonios, los papeles que se guardan en cada casa». Recordó además que en estos casos las fuentes “oficiales” son las del «régimen dictatorial».

CONTEXTO REPRESIVO

En el arranque de su intervención expuso el contexto en el que se produjeron esas muertes, ocurridas en los últimos años del franquismo, cuando «la oposición sale a la calle y el régimen responde con una represión indiscriminada» que además, debido a factores diferenciales, es aún más intensa en Euskal Herria.

En ese marco, el final de 1970 está marcado por el Proceso de Burgos -juicio contra dieciséis activistas antifranquistas integrados en ETA- y las movilizaciones de protesta en contra. Un contexto que posteriormente «se intentó ocultar; desde la Transición ha habido un pacto para olvidar lo ocurrido».

Antes, a mediados de junio, se produjo la muerte del beratarra José Miguel Andueza, que se vio implicado en un accidente de tráfico en la zona de Donostia conocida como El Infierno, saliendo en dirección Añorga. «Primero aparece la Policía Municipal. Luego aparece la Guardia Civil. Y lo siguiente que sabemos es que resulta muerto con tres tiros en el pecho. La versión oficial dice que sacó un cuchillo. No hemos conseguido acceder a los informes ni a los expedientes de la Guardia Civil», resumió Buces.

En el libro se puntualiza que en el acta de defunción aparece como causa de la muerte una «hemorragia interna», sin señalar que esta se produjo por el impacto de las balas.

Ya en diciembre, en una manifestación en Eibar contra el juicio de Burgos, cae abatido por disparos el joven Roberto Pérez Jauregi. «Este es un suceso muy documentado, incluso tenemos el nombre del supuesto verdugo. Pero es un caso que no ha tenido recorrido judicial», lamentó Buces.

Por esas mismas fechas era arrestado Antonio Goñi, natural de Etxarri pero residente en Donostia. No están claras las circunstancias de su detención, aunque al parecer se produjo por corear «gora Euskadi askatuta!».

Tras varios días de torturas fue liberado, previo pago de 20.000 pesetas que reunió la familia con la ayuda de sus compañeros de trabajo en la imprenta Valverde.

«TXAKUR HAUEK HIL NAUTE»

El día de Santo Tomás, 21 de diciembre, Goñi no apareció a la cita con su cuadrilla. Se había quitado la vida, dejando una nota en la que ponía «Txakur hauek hil naute». A diferencia de Andueza y Pérez, Antonio Goñi no ha sido reconocido por el Gobierno de Lakua como «víctima de motivación política» y «sufrimientos injustos» ocasionados por las Fuerzas de Seguridad.

«Ninguno de ellos perteneció a grupo armado. Uno era militante comunista -Roberto Pérez-, los otros sin filiación alguna. Este tipo de víctimas también se producirán antes y después, incluso terminado el franquismo», apuntó el autor.

En el acto intervinieron familiares de dos de las víctimas, concretamente Jorge Pérez, hermano de Roberto; y Lourdes Salsamendi, sobrina de Antonio Goñi. El primero quiso remarcar que trabajos como este libro «ponen el foco en la impunidad, fruto de esa Transición que nos convirtió en invisibles y rindió honores a los verdugos».

También tomaron la palabra María Saez de Albeniz y Aitor Elexpuru, alcaldesa y alcalde de Etxarri Aranatz y Bera, respectivamente, de donde eran dos de las tres víctimas y donde se les sigue recordando más de medio siglo después.