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NOCHE DE PAZ

Cuando sobran las palabras


El título original (‘‘Silent Night”) hace referencia a la escena inicial que tiene lugar en Nochebuena y a la virtual ausencia de diálogos en la película, una elección original y arriesgada. En realidad, lo que John Woo viene a recordarnos es esa máxima sobre películas de acción en la que el diálogo está altamente sobrevalorado y, en ocasiones, sobra.

En “Noche de paz”, un padre adopta el papel de ejecutor implacable cuando emprende la venganza de la muerte de su hijo a manos de un fuego cruzado entre dos pandillas.

Veinte años después del estreno de su última película estadounidense, la mediocre “Paycheck” de 2003, el veterano director de acción cumple por completo con las expectativas con este vibrante espectáculo.

SIN FRENOS

En este relato cinematográfico, nos sumergimos en un lenguaje completamente gestua. El protagonista encarnado por Joel Kinnaman se comunica a través del rostro, el movimiento corporal y su elocuente silencio. En este enfoque, la película se eleva más allá de la aparente restricción de ser una simple cinta de acción, sin grandes pretensiones, para convertirse en un refinado ejercicio de estilo.

Es interesante observar cómo, mediante la gestualidad, cada matiz emocional se transmite de manera impactante. Kinnaman, en este papel, se convierte en un maestro del lenguaje no verbal, explorando las profundidades de su personaje sin necesidad de palabras. Este enfoque minimalista, en lugar de limitar la película, le confiere una gran elegancia y sutileza. En su silencio calculado, la narrativa visual adquiere una gran fuerza mediante un explosivo encadenado de secuencias de acción que nos recuerdan que a sus 77 años Woo sigue siendo toda una garantía orquestando enloquecidos y salvajes tiroteos y carreras en los que sobran los frenos.