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EDITORIALA

Acelerar los cambios positivos y posibles para concentrarse en los imposibles y más necesarios


Tras seis meses de fanfarronería clasista, parálisis institucional y errores de cálculo por parte de UPN y de Cristina Ibarrola -sumados a los nefastos cuatro años previos de Enrique Maya-, el PSN ha enmendado el error de permitir que la minoría de derechas siguiera gobernando Iruñea y ha pactado con EH Bildu una moción de censura.

Gracias a este acuerdo se activa al mandato democrático que emanó de las urnas el 28M: que las fuerzas progresistas sean capaces de articular un gobierno municipal que trabaje para las mayorías sociales y que no se permita a la minoría de derechas que se imponga. La ciudadanía de Iruñea desea que quienes gobiernen piensen en la ciudad, se preocupen de sus retos y se ocupen de todos y todas sus habitantes. Que regeneren la vida política e innoven en políticas públicas, sin clientelismo ni privilegios.

Por toda la gente que le votó y por su liderazgo, la persona que encarna esa misión democrática es Joseba Asiron. La fórmula para hacerla efectiva son los acuerdos que alcancen entre EH Bildu, PSN, Geroa Bai y Contigo-Zurekin. Necesitarán paciencia, talento, imaginación, mucho trabajo y un poco de fortuna.

La sociedad civil puede jugar un papel revitalizante si actúa de forma estratégica, exigente y corresponsable. Las ambiciones que debe tener la capital de Euskal Herria van más allá de una legislatura.

La coordinación y el equilibrio con el Gobierno de María Chivite será crucial. La confianza se construye. Las razones para este movimiento político son objetivas y el contexto es propicio. Los soberanistas de izquierda lo han madurado, la derecha lo ha facilitado y el PSOE lo ha aprovechado. Todo tiene sentido.

EL RIDÍCULO DESPLANTE DE LA DERECHA

La derecha está tentada con la vía insurreccional y se agarra a la procedimental. Son peligrosos, pero por ahora solo pueden ganar por la fuerza o con trampas.

El berrinche de Javier Esparza no puede esconder el penoso balance de su mandato ni la crisis interna que tiene UPN. No obstante, se equivocarán si sitúan el inicio de su decadencia hace tan solo ocho años y si intentan solventarla con un relevo en la cúpula. Son sectarios, repelen al talento y a la honestidad. UPN se desangra por ambos costados: el establisment salta al PP y los machos jóvenes coquetean con Vox.

Hay que recordar que la relación histórica entre la derecha y el PSN ha sido de subordinación. Tras cuarenta años de dictadura vinieron otros cuarenta de concertación. La Ley de Memoria Histórica de José Luis Rodríguez Zapatero despertó un relato que estaba ahogado: no era una alianza, era una cadena.

El cambio de estrategia de la izquierda abertzale los desarmó a ellos también, aunque conserven tics del pasado. La legislatura del cambio sirvió para que el PSN diese un relevo y meditase. Tras la implosión del espacio de Podemos -en Nafarroa todo ha pasado ya antes-, los resultados electorales les favorecieron. Su auténtica disciplina sigue siendo para con Madrid. Antes fue un obstáculo; ahora, una oportunidad.

LA PACIENCIA ESTRATÉGICA FUNCIONA

Tras la decantación ideológica y la pugna de legitimidades, la única oportunidad de mandar que tienen la derecha y los reaccionarios en Euskal Herria se basa en los errores de las fuerzas democráticas y de izquierda. Hay que dar cuanto antes los cambios posibles para atender de una vez por todas los que califican de imposibles. Claro que también decían que era imposible que Joseba Asiron fuese alcalde de Iruñea.

La moción de Iruñea ha coincidido con la presentación del candidato Pello Otxandiano, que ha generado curiosidad más allá de la base consolidada de EH Bildu. Todo indica que la buena política interesa y que el talento y la paciencia estratégica cotizan.