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Un pasito para atrás y dos hacia delante


Cuántos balances de fin de año habéis leído en los últimos días? ¿Cuántos propósitos de año nuevo? ¿Cuántos deseos?

¿Han cambiado estos tanto como lo ha hecho nuestras vidas en estos últimos años? Seguramente, si le preguntamos a nuestro yo del pasado acerca de mostrar nuestras vacaciones en las redes sociales ante una audiencia global, después de aceptar que estas puedan ser usadas por terceros, diría que «de eso nada, eso es de cuñados». Nuestra vida privada pasó de serlo a ser compartida, ante los ojos de cualquiera, da igual cuál sea el propósito. Pero el uso y depósito de nuestra información de forma gratuita en las plataformas tiene un fin, los datos. Pero se nos olvida, quizá ya no nos importe y sepamos que el capitalismo es parte integral de nuestra forma de vivir (y compartir).

He leído muchos nuevos objetivos y deseos para el año nuevo; el mío, antes privado y ahora público, es el de resistir ante el embate de lo que no me gusta de los tiempos que nos llegan y seguir disfrutando de aquello que me hace feliz. Nunca me convenció lo de «ni un paso atrás ni para coger impulso». Prefiero bailar un pasito para adelante y otro hacia atrás. Bailar sin que me marquen el ritmo, sin que la marejada de lo que está por llegar me deje sin aliento para apreciar lo que tengo cerca y es realmente importante.