GARA Euskal Herriko egunkaria
DISCO BOY

La furia y África


El debutante Giacomo Abbruzzese presenta sus credenciales mediante una obra que logra camuflar su simplicidad y repetitividad mediante toques audiovisuales creativos y, en ocasiones, muy provocativos. Aunque esta estrategia mantiene la atención del espectador, existe un cierto exceso propio de una ópera prima, revelando la búsqueda incansable de impacto y sorpresa por parte del director.

La trama, que sigue a un personaje singular que se une a la Legión Extranjera francesa después de enfrentarse a corrientes migratorias ilegales, se entrelaza con escenas en discotecas y momentos de baile frenético. La exploración visual distintiva se entrelaza con temas más comunes como migración ilegal y violencia en la institución castrense a la que pertenece el protagonista, añadiendo una capa de complejidad a la historia. El personaje encarnado con acierto por Franz Rogowski, enfrenta situaciones extremas en un intento por causar impacto, sin permitir que la historia y la peculiaridad del personaje se desenvuelvan naturalmente.

La trama, que comienza con una travesía por Europa y la incorporación a la Legión Extranjera, lleva al protagonista a un campo de batalla en África, añadiendo un giro visual y temático más enrarecido a la narrativa.

De esta forma, “Disco Boy” se transforma en una experiencia audiovisual elíptica, casi como un video musical electrónico, a medida que el protagonista enfrenta el estrés postraumático.

La música, a cargo de Vitalic, acompaña los espásticos pasos de baile del protagonista y la misión misteriosa que emprende, convirtiendo la película en algo más cercano a una experiencia sensorial que a una narrativa tradicional. Así, la película se sitúa en un territorio lindante al cine de Nicolas Winding Refn o Gaspar Noé, entre otros.