GARA Euskal Herriko egunkaria
AZKEN PUNTUA

Tomar las calles... ¿lenguaje de poetas?


Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor». La frase pertenece al último discurso de Salvador Allende (11-9-1973) antes de que los militares golpistas bombardearan el Palacio de la Moneda. Todavía me emociono al escucharla. La imagen que me sugiere es la amplitud de unas calles ocupadas, desbordadas de hombres y mujeres con una causa en el corazón de la utopía, de la libertad y hasta más allá de la solidaridad convencional del buen hacer. «Tomar las calles» es una expresión de antes que aún conserva la metáfora de un deseo y un compromiso de clase revolucionaria; un lenguaje de poetas que solo pervive en las notas de quienes se fueron o se van, «exiliados en el dolor de la alegría» (M. Benedetti). Desde hace décadas, tantas que algunas se pierden en el siglo XX, en un sábado como hoy, en Bilbo, se abren las calles y se ocupan. Se toman con el convencimiento de que hacerlo es un derecho, de que el porqué es la esperanza de una exigencia histórica: la libertad de las y los presos que en un tiempo lo dieron todo por Euskal Herria. No digo que más temprano que tarde se abran las grandes alamedas, solo digo que se abra el camino a casa y las calles se alboroten de memoria.