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VALLE DE SOMBRAS

Choques culturales


En este su tercer largometraje, Salvador Calvo traslada la trama a la majestuosa cordillera del Himalaya, explorando un enfoque único en el que sigue a un grupo de turistas del Estado español en busca de un peregrinaje espiritual en medio de una naturaleza imponente.

Protagonizada por Miguel Herrán y Susana Abaitua, se sumerge en un relato inspirado en casos reales de turistas desaparecidos en el llamado “Triángulo de las Bermudas de la India”. A diferencia de la mayoría de los cineastas que podrían haber optado por convertir este contexto en un thriller de supervivencia o acción, Calvo y su guionista Alejandro Hernández han documentado muy bien su historia y optan por explorar el conflicto interior, el trauma y la culpa del superviviente, y muestra de manera clara un interés genuino en el crecimiento emocional ante culturas diferentes y en el viaje de sanación espiritual que se desarrolla en el Himalaya.

La película evita los peligros típicos al presentar personajes autóctonos con matices, sumergiendo a los protagonistas en un remoto pueblo montañoso desconectado del resto del país.

UNA EXPERIENCIA TRANQUILA

La supervivencia se convierte no solo en un intento por curar las heridas físicas, sino también en sanar las emociones, todo dentro de una sociedad tibetana con tradiciones antagónicas a la impaciencia occidental. “Valle de sombras” destaca por su autenticidad y documentación en el guion, evitando impactos gratuitos y giros rocambolescos. Aunque el final puede parecer anticlimático, la película ofrece una experiencia tranquila y angustiosa al mismo tiempo, respaldada por un elenco de personajes auténticos, una narrativa sutilmente profunda y una escenografía agreste muy bien captada a través de la fotografía de Alex Catalán.