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DE REOJO

La política de mancuernas


Quienes van a los gimnasios a hacer pesas, son los más exhibicionistas. Se miran con las mancuernas en las manos mientras repiten movimientos hasta reventar sus venas. Ahora es todo más sofisticado, porque parece que lo importante no es que te veas en el espejo del gimnasio, sino que desde la calle los paseantes puedan contemplar que hay unos espacios donde unas decenas de hombres y mujeres caminan sobre unas cintas, pareciendo que lo que se pone en la intermediación es la marca de la ropa que usan para realizar el acto físico.

Perdonen mi empanada. Pedro Sánchez en Davos aparece con un abrigo de una marca toledana y se acaban en doce horas la existencia de esa prenda. Estas circunstancias me encocoran. Voy tomando notas mentales y físicas, leo, veo, escucho poniéndome al límite de lo recomendado, pero no soy capaz de escapar del laberinto. ¿Me pueden decir qué diferencia hay entre lo que dice Milei y los discursos de Ayuso y Feijóo? Mientras el pistolero de Amurrio está intentando arreglar su célula, sus compinches del PP le están pasando por la derecha como si fueran Carlos Sainz, un insultador derechista al volante. Ese militar que alaba a Ayuso en nombre de los Reales Tercios Españoles es el compendio. La estampa definitiva de la extrema derecha española. Un candidato ideal.

El mapa se complica sin remisión. Un país que tiene arsenal atómico, Pakistán, se enfrenta a Irán, que no lo tiene, pero que a su vez está haciendo incursiones en Irak y Siria, con lo que esa zona del mundo está al rojo. ¿No es todo una política de mancuernas?