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Colocan el primer pilar del «edificio puente» de Norman Foster sobre el Bellas Artes

Seis puntos de apoyo -tres pilares en forma de V hacia la zona del parque de doña Casilda; otros tres, al otro lado- asumirán la carga del nuevo edificio concebido por Norman Foster y Luis Mari Uriarte para la ampliación del Museo Bellas Artes de Bilbo. El proyecto “Agravitas” ha entrado en un momento crucial de su ejecución.

Este es uno de los seis pilares en forma de V que sujetarán la estructura. (Oskar MATXIN | FOKU)

La que será la estructura de la ampliación que se alzará sobre el Bellas Artes, construida en acero de alta resistencia y que busca ser una estructura ligera, empezó ayer a concretarse: pronto sobrevolará los edificios del museo de 1945, 1970 y 2001 tras la colocación ayer del primero de los seis grandes pilares sobre los que se apoyará. Cada uno de estos pilates tiene 71 centímetros de diámetro y 11,5 metros de longitud, sobre los que se concentrará en exclusiva la carga de la estructura nueva.

Este “voladizo” acogerá una sala de exposiciones y una terraza -con vistas y posibilidad acoger arte-, así como la zona de oficinas. Todo ello estará situado sobre un espacio público cubierto, destinado ahora a presentaciones o eventos, donde se ubicarán tanto la escultura de Durrio (antes estaba en el exterior, ahora pasa al interior del museo) como la escultura de Chillida, que está cedida, mientras duren las obras, a Txillida Leku.

Durante los doce últimos meses se ha llevado a cabo el trabajo de cimentación, que ha implicado la construcción de casi dos kilómetros y medio de micropilotes y, en paralelo, se han acometido trabajos de rehabilitación de las infraestructuras existentes. Ahora, para iniciar esta especie de estructura en puzzle, toca colocar primero los seis pilares o puntos de apoyo -que recuerdan la imagen de un árbol-, porque sobre ellos irá la estructura, también de acero de alta resistencia.

La obra se completará con una pantalla estructural de hormigón armado de 16,2 metros, actualmente en construcción, destinada a dar estabilidad al edificio. Es una pantalla que unirá a la edificación de 1970 con el nuevo voladizo, y que tiene la finalidad de sujetarlo ante las acometidas del viento. Según los detalles aportados, esta nueva estructura aérea medirá 62 por 42 metros y estará formada por 15.000 piezas de acero.

Para hacerse una idea, y según los ejemplos que ayer ofreció el equipo técnico, el añadido al museo será del tamaño en planta de la Plaza Nueva de Bilbo o, por dar otro ejemplo, un tercio de la longitud del Puente de Portugalete. El peso de la nueva construcción será de unas 2.500 toneladas, menos de la mitad de lo que pesa un edificio equivalente de un centro comercial o un aparcamiento, señalaron.

En el acto informativo, el arquitecto Luis María Uriarte; el director técnico del estudio de ingeniería MC2, Álvaro Serrano; y los miembros de la firma de arquitectos Foster + Partners Taba Rasti y Pablo Urango hablaron de la complejidad técnica del proyecto. Álvaro Serrano lo resumía así: «No es el más complejo que hallamos acometido, pero tiene una complejidad de densidad muy grande. Hay otros proyectos que tienen una complejidad por el diseño; otros por la complejidad de la construcción, pero es que aquí, siendo un proyecto tan pequeño, se junta todo: tenemos un edificio que es un puente, con una sala de exposiciones de 40x50 metros que no tiene ningún soporte, y tiene unas condiciones de ejecución, en pleno centro de ciudad y con un parque que hay que conservar, y con unos requerimientos de calidad y sostenibilidad muy importantes... Yo he participado en otros proyectos más grandes o con unas complejidades más fuertes, pero este es complejo en todos los sentidos», reconoció.