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SLOW

Comunicación entre dos cuerpos


La tercera película estrenada en nuestras salas de la lituana Marija Kavtaradze se revela como una obra arriesgada e intensa al abordar la asexualidad, un tema que rara vez encuentra representación en la pantalla grande o televisiva.

Esta película no solo se posiciona como un eficaz drama romántico, sino que también marca un avance significativo hacia una representación más diversa en la industria del entretenimiento. La trama sigue a Elena (Greta Grineviciute), una destacada bailarina de danza contemporánea, y Dovydas (Kestutis Cicenas), un intérprete de lenguaje de señas. Su conexión instantánea se ve desafiada cuando él le revela a ella su identidad como persona asexual. A partir de esta revelación, ambos personajes se embarcan en la tarea de construir una relación que se adapte a sus propias realidades.

SENSUALIDAD Y EROTISMO

En contraste con la tendencia a retratar la asexualidad como una falta de sexualidad o como un rasgo que convierte a alguien en un ser frío e incapaz de mostrar afecto, la directora y guionista opta por explorar la intimidad entre los personajes en niveles emocionales, intelectuales y físicos. Se prescinde frecuentemente de las palabras, permitiendo que gestos como abrazos, caricias o bailes revelen el afecto compartido, incluso prescindiendo del contacto sexual. La elección de las profesiones de los protagonistas adquiere un papel crucial, ya que ambos utilizan sus cuerpos para comunicarse, pero de maneras únicas y igualmente válidas.

La sensualidad y erotismo que Elena experimenta a través de la danza se contrapone con la forma en que Dovydas utiliza su cuerpo para expresar pensamientos y emociones profundas, como se ilustra de manera sobresaliente en una presentación de baile donde guían a estudiantes sordos.