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«20.000 especies de abejas»


Existen muchas películas, demasiadas, y sucede como con las imágenes, el exceso te impide llegar a apreciar la imagen en sí misma. Como acertadamente escribió hace ya 50 años Susan Sontag, «Una sociedad capitalista requiere una cultura basada en las imágenes. Necesita procurar muchísimo entretenimiento con el objeto de estimular la compra y anestesiar las heridas de clase, raza y sexo. Y necesita acopiar cantidades ilimitadas de información para poder explotar mejor los recursos naturales, incrementar la productividad, mantener el orden, librar la guerra, dar trabajo a los burócratas». Sin embargo, algunas películas, algunas imágenes, siguen siendo necesarias, bien sea para hacernos reír, para provocarnos, incomodarnos o ya sea para atemorizarnos. El proceso de creación, de gestación de una película, no es asunto fácil, a diferencia de otras prácticas artísticas, el cine necesita de muchas personas que ayudan a desarrollar diferentes tareas que sientan las bases de lo que será lo que veamos. Estibaliz Urresola, Lara Izagirre y todas las mujeres que han rodeado a “20.000 especies de abejas” han logrado que sus imágenes sean necesarias, han creado una colmena cooperativa que ha superado obstáculos gracias a otro modelo de producción, que se ha alejado de lo que nos ha impuesto la industria a las mujeres. Ellas han abierto sus propias puertas. Hoy, en Berlín, un año después, aún nos acordamos de ellas.