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EDITORIALA

Es hora de pasar página: que se convoquen elecciones y se instaure otro pulso político


El viernes se celebró en el Parlamento de Gasteiz el que los analistas creen que puede ser el último pleno de la legislatura y del lehendakari Iñigo Urkullu. Tras el acelerón legislativo final, donde ha logrado más acuerdos y más transversales que nunca, sacando adelante leyes importantes, lo lógico hubiera sido celebrarlo y reivindicar su legado en positivo. No pudo ser.

Urkullu mostró su tradicional tono enfadado y altivo, se dedicó a aleccionar a la oposición y a performar agravios. Como es habitual, mostró especial ojeriza con EH Bildu y con su portavoz, Nerea Kortajarena. Cargó contra ella y contra Pello Otxandiano, reprochándoles de forma extemporánea todo tipo de culpas. Entraba así en una campaña electoral cuyo inicio está retrasando de forma caprichosa.

Quizás el lehendakari pensó que estaba triunfando. Al menos, se quedó a gusto. Pero los jaleos de sus aduladores no ahogarán los suspiros de sus asesores. Mejor dicho, de los asesores de Imanol Pradales.

ES HORA DE CAMBIAR BASTANTES COSAS

Cuando Iñigo Urkullu se pregunte por qué sus amigos han finiquitado a traición su carrera, debería pensar que es por actitudes como esta, poco inteligentes, desubicadas y un tanto mezquinas. Genera adhesión en los fieles, quizá, pero estupor y rechazo en el resto.

Además, si Urkullu quiere pasar facturas a EH Bildu por su pasado, no debería abstraerse del presente. Por ejemplo, podía haber mostrado su apoyo desde la tribuna al joven Xuhar, herido en Tolosa por un proyectil de la Ertzaintza. Simular que nada ha cambiado en la izquierda abertzale no es creíble, pero aún lo es menos si al otro lado están esos policías desbocados, sus sindicatos ultras, sus mandos indolentes y sus cargos chantajeados.

En el país donde mataron a Iñigo Cabacas, en concreto en el pueblo donde apalearon a los familiares de Joxean Lasa y Joxi Zabala, la Ertzaintza debería ser ejemplar y sus responsables más humildes.

¿Cuánto tardarán los nuevos dirigentes del PNV en asumir el problema que tienen con la Ertzaintza? Ojalá aceptaran en público lo que relatan en privado: que en la Policía hay una deriva violenta, sectaria y españolista. Tal y como ha ocurrido con Osakidetza, es cuestión de tiempo.

Hace falta acordar, diseñar e implementar un nuevo modelo policial vasco que garantice los derechos, la seguridad y las libertades, que esté al servicio de la ciudadanía. Nadie debería minusvalorar que EH Bildu esté dispuesta a entrar a ese debate, con todo el sufrimiento que esta Policía ha infligido a una parte importante de su comunidad. Aun así, es necesario.

UNA COSA ES UN LEGADO Y OTRA UNA HIPOTECA

Debería haber consenso en no transferir algunas rencillas a otras generaciones. La animadversión a los soberanistas de izquierda que Urkullu ha promovido en sus filas tiene consecuencias en la base social. Azuza bajas y antiguas pasiones cuando toca avanzar y buscar acuerdos amplios en los retos que tiene el país.

Es cierto que los jelkides son flexibles. En menos de una legislatura, el PNV pasó de ser azote del PSE, que junto al PP colocó a Patxi López de lehendakari gracias a las ilegalizaciones, a repartirse con ellos el poder institucional de todo el país. A la vez, pactaban en Madrid con Mariano Rajoy. Pero con EH Bildu opera el miedo a perder la dichosa hegemonía.

El relevo que ensaya el PNV tiene sentido si va a cambiar algo más que las caras. Sin desdeñar la legítima pugna electoral, Pradales no debería desvirtuar las propuestas de Otxandiano para cooperar entre distintas fuerzas. Vacunarse contra escenarios probables, viables y positivos no es una buena política.

Es sabido que Urkullu no quería dejar de ser lehendakari, pero es hora de que convoque elecciones.