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JOPUNTUA

La religión es cultura


Vivimos en una sociedad tan secularizada y somos tan militantemente agnósticos que nos cuesta entender el contexto religioso y cultural de algunos conflictos. Y es llamativo que suceda esto en un país donde hablamos continuamente de derechos culturales. Pongo dos ejemplos de los que se ha hablado la pasada semana.

El primero ha sido la reflexión del feminismo vasco respecto a la prohibición existente en el sistema de educación público francés de usar la abaya o vestido femenino árabe. Creo que Macron, en nombre de la igualdad republicana, intenta disfrazar la medida mediante la obligación de vestir uniforme escolar. Las mencionadas feministas afirmaban, con razón, que dicha prohibición va en contra de la autonomía de la mujer, pero, además, justificaban su rechazo argumentando que la abaya es el vestido tradicional beduino y que, por tanto, no es un símbolo religioso, sino cultural. Al instante me surgieron dos preguntas. ¿Qué son las creencias religiosas sino ingredientes de una determinada cultura? Y la otra: ¿estaría justificada la prohibición de la abaya si se la considerase una expresión de creencias religiosas?

El segundo ejemplo hace referencia al despido de una mujer en una residencia de ancianos en Iruña debido a que vestía hijab o velo islámico. Lógicamente, varios grupos denunciaron el hecho argumentando que el hijab no puede ser motivo de discriminación o de despido laboral y animaban a la sociedad a luchar «contra todo tipo de racismo». Dejémoslo claro: el despido por el uso de una vestimenta religiosa no es un tema de racismo. La mujer en cuestión procede de Túnez pero podría haber sido, por ejemplo, musulmana originaria de Albania; es decir, tan blanca como yo. No estamos hablando de racismo, más allá del hecho de que, científicamente, no se puede hablar de diferentes razas humanas. Estamos tratando con una discriminación cultural, en este caso también, de origen religioso.

Es importante intentar llamar a las cosas por su nombre.