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Los medios israelíes ayudan a deshumanizar a los palestinos

El periodista Haggai Matar, miembro de la junta directiva del Sindicato de Periodistas de Israel, denuncia que los medios generalistas de su país han contribuido a deshumanizar a los palestinos ante los ojos de la opinión pública israelí y creen que su deber es apoyar a toda costa la guerra en Gaza, no criticarla.

Un palestino, en uno de los campos de desplazados de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza. (Mohamed ABED | AFP)

En Israel se ha dado «una especie de profecía auto-cumplida de nuestra audiencia, que no quiere conocer historias sobre los palestinos. No se las damos y, entonces, los palestinos son deshumanizados por el gran público y, por lo tanto, no quieren oír hablar más» de ellos, explica el periodista israelí Haggai Matar.

Matar señala que «al menos en las dos últimas décadas», las cuestiones de los palestinos en Jerusalén, en la Cisjordania ocupada o en Gaza «no se reportan como si se tratara de una cuestión nacional, no de la misma manera en que se informa de las cuestiones de los judíos israelíes».

Tras recordar que «el periodismo contribuye a la formación de la imaginación colectiva», insiste en que, «la mayoría de las veces, los palestinos son presentados en un contexto negativo relacionado con el terrorismo, la violencia o los enfrentamientos», lo que ha dado forma a la visión que tienen los israelíes.

Por eso, en estos momentos, «es muy, muy difícil un cambio de rumbo» en la opinión pública israelí, porque «existen sistemas inherentes en las organizaciones de noticias para evitar ese tipo de reportajes«, en parte «por miedo a la audiencia», que tampoco quiere leerlas o escucharlas.

Además de contribuir a la deshumanización de los palestinos, esta cobertura mediática -sostiene Haggai- ha despojado a la audiencia de «las herramientas para entender lo ocurrido el 7 de octubre, una terrible e injustificable masacre», denuncia, cuando la incursión de Hamas en Israel se saldó con unos 1.200 muertos y más de 250 rehenes.

«No entienden de dónde viene, cuáles fueron las motivaciones y por qué algunos palestinos lo apoyan», añade Matar, director del medio independiente +972.

Cuando el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, recordó que dicha incursión, aunque injustificable, no había surgido «de la nada», esas declaraciones encendieron los ánimos de ciudadanos y políticos israelíes, que exigieron su dimisión e incluso lo describieron como el «portavoz de Hamas».

Otra cuestión que Matar critica es que Israel «tiene unos medios de comunicación muy alineados, que se ven a sí mismos como si tuvieran un papel patriótico». Es normal escuchar a periodistas de los principales medios defendiendo que su papel es apoyar el esfuerzo de la guerra y levantar la moral. «Ya sabes, solo contar historias positivas, no criticar al Ejército ni la guerra», añade.

Además, «hay un censor militar en Israel a quien los periodistas tienen que presentar las historias antes de publicarlas».

Un censor que, aunque no impide que los medios de comunicación cuenten una historia, sí que se centra en controlar cuestiones de seguridad, operativos militares y la imagen del Ejército».

«Eso es completamente inusual y difícil de encontrar en una democracia», reconoce.

La única manera de romper con este círculo vicioso es la presión internacional. El periodista recuerda cómo, durante la guerra de 2014 contra Gaza, el Ejército solo al final alentó, junto con la Oficina del primer ministro, a medios como el canal de televisión N12 a que «mostraran más sufrimiento en Gaza porque el liderazgo político y militar quería poner fin a la guerra».

Hasta ese momento, «los israelíes no habían visto palestinos muertos», sostiene Matar. Sin embargo, aunque no descarta que en este conflicto ocurra algo similar, no lo ve a corto plazo, ya que «están muy interesados en continuar la guerra».

«Lo único que puede cambiar las cosas es la presión internacional. Las sanciones de EEUU a los colonos, por ejemplo, fuerzan un debate sobre la violencia de los colonos que antes no tenía lugar», señala.

La petición de Sudáfrica a la Corte Internacional de Justicia, a su vez, «nos obligó, de repente, a escuchar pruebas sobre la hambruna y la sed masivas en Gaza», explica, algo inaudito hasta entonces para el espectador israelí.

«Estas son las cosas que realmente calan, aunque sea de manera limitada», admite y concluye.