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SHILA VILKER
Investigadora argentina

«Milei ha hecho un ‘pacto mágico’ con el votante joven y masculino»

La investigadora argentina Shila Vilker analiza el proceso que llevó al presidente argentino, Javier Milei, a la Casa Rosada, la comunicación política peculiar que utilizó y el nuevo perfil sociológico de una sociedad que giró a posiciones de ultraderecha. «La grieta política argentina está más viva que nunca, en modo absoluto y total», asegura.

(GARA)

«Todas las ciencias terminan en la sociología», comenta parte en broma y parte en serio Shila Vilker, graduada en Comunicación, analista de Opinión Pública y profesora de la Universidad de Buenos Aires. Es la directora de Trespuntozero, la consultora de opinión que más se acercó en su pronóstico a los resultados electorales que catapultaron a Javier Milei el pasado año.

En conversación con GARA desde Buenos Aires, Vilker explica que la comunicación «horizontal y disruptiva» de Milei es clave para entender su ascenso, además de una demanda de cambio basada en una frustración muy arraigada en la sociedad argentina, que experimenta un extraño consenso social «de que hace falta un ajuste pero todos quieren que se ajuste al otro».

Lo de Milei es un fenómeno de comunicación, dicen algunos. ¿Es más que eso?

Tiene una dimensión comunicacional absolutamente central, como cualquier fenómeno político. Sin voz ni comunicación no hay liderazgo, la dimensión comunicacional es inherente, pero además hay un fenómeno adicional: es la primera elección algorítmica de la historia, como lo hemos calificado. Hay un primer «pacto mágico» que hizo con el electorado joven y masculino, que fue su primera base de adhesión intensa y que es donde todavía está el núcleo y origen del fenómeno.

¿A qué se refiere con «pacto mágico»?

Digo «pacto mágico» porque Milei es una figura con un carisma absolutamente desbordante. El carisma es un lazo mágico. Milei es un extremo de esto, tiene formas, líneas y temas que tienden a ser disruptivas. Todo esto estuvo presente a lo largo del año pasado en modo muy intenso. Cuando concentras todo el foco en la figura de Milei, su narrativa tiene que ver con que no es lo otro, no es lo conocido, lo que está en frente, no es ‘la casta’, aunque hoy la casta es un término que se le vino en contra. Él recoge el enojo con lo dado.

En 2021, en las elecciones de medio término se presenta Milei como diputado por Buenos Aires y ahí empezamos a notar el fenómeno porque en todas las provincias aparecía gente en el interior que buscaba su boleta. Había algo de sus formas y temas que estaba siendo un imán atrayente. En 2023, crece fuertemente en la última semana antes de las PASO y tiene un despegue. Eso tenía que ver con que era una elección que no tenía una consecuencia real (por ser primarias) y había mucho enojo en la gente, que quiso castigar. El haber liderado el resultado fue un elemento importante.

Otra cosa que vimos es que en 2023 en la ciudadanía había fuego en las metáforas que expresaban, «esto explota», o «se incendia», estaba todo muy presente, y en la dinámica electoral se fue moviendo hacia el candidato mas extremo, más intensamente distinto.

¿Qué cambios sociológicos ha habido en esa sociedad para que ocurra un Milei cuando hasta hace muy poco el peronismo era dominante?

La demanda de cambio abrupto en Argentina está presente hace tiempo y eso explica el acompañamiento a Milei. La transformación digital es absolutamente clave para entenderlo: Milei ha trazado una comunicación hiperhorizontal, algo que permiten las redes sociales. Hay un elemento importante que es el malestar de los llamados trabajadores no formales (que no están en nómina), que es una parte importante de su electorado, lo que llamamos ‘el voto Uber’, el mundo informal del trabajo, la construcción, el vinculado a las aplicaciones, a las changas (curritos), que es donde más impactó el fenómeno inflacionario, porque el trabajador formal tuvo un salario que acompañó más la inflación.

También hay un fenómeno de cultura política, lo que veíamos en los grupos focales es un fenómeno que ponía patas arriba cómo se elabora la identidad política y el voto.

Encontramos esta idea tradicional de voto peronismo porque se proviene de familia peronista, pero ahora empezamos a ver un proceso de abajo para arriba en términos generacionales.

¿Se refiere a algo que nació de los más jóvenes?

Claro, no hay que perder de vista su núcleo original, el universo joven; ahí tienes las transformaciones en el consumo de noticias, las horas que pasan en el universo virtual, y encontramos una cantidad grande de electores que nos contaron que hacían «la maratón Milei» en las redes.

Sobre los cambios sociológicos, es difícil responder tajantemente si hubo cambio de valores, porque hay un perfil de elector de Milei que es defensor de la educación y salud pública, a la vez que hay una sensibilidad genérica antiEstado y antipolítica. Te preguntas si esto es posible y sí, es posible, porque es difícil articular la idea de Estado con el mundo de las docentes y médicos.

También vemos una naturalización de muchas de las conquistas. Antes de tomar la decisión de elegirlo, sus electores pensaban que tal cosa no la puede cambiar -«eso ya es así, con eso no se va a meter»- Hay un segmento que daba por descontadas las conquistas sociales. Esa ambivalencia forma parte del fenómeno de su electorado: es un clima antiestatista pero con fuerte preferencia por lo público, y esto obliga a una interpretación muy fina de cuál era la demanda y para qué le votaron.

¿Y para qué se lo votó?

Lo votaron por la demanda de cambio, es lo que está en el corazón, una demanda con idea muy difusa de a dónde va ese cambio. Esa demanda es producto de una gran frustración, subyace la idea de un cambio para mejor, no para peor. Hay que ver cómo termina evaluando la sociedad esta dinámica de gobierno, este nuevo rumbo. Muchos electores le discutían las ideas a Milei, se estableció una discusión. Por eso, el punto de mayor defraudación del contrato electoral es lo de «la casta» y de que (el ajuste) no lo va a pagar la gente y que iba a bajar la inflación.

¿La llamada «grieta» argentina sigue más que nunca?

En general, la grieta está más viva que nunca. La sociedad está partida en dos con una grieta hiperintensa; la sensibilidad peronista está en las antípodas de la sensibilidad de Milei y Bullrich. Los análisis de opinión pública son todos dibujos en U, en tándem, a todo lo que un segmento de la sociedad se opone el otro lo avala. Es parecido al caso de Estados Unidos. El discurso de Milei es de fuerte contraste, es su estilo de gestión política, es parte de los fenómenos populistas encontrar adversarios claros y mantenerlos vivos. Cada tres palabras en el universo de Milei aparece la palabra kirchneristas y esa dinámica es un modo de alimentar la grieta. Hoy, su nivel de aprobación está en 48-49% y su desaprobación es la otra mitad.

Usted es de las personas que acertó en las tres vueltas electorales y observó el cambio de tendencia que no reflejaron otros sondeos ¿Por qué cree que fue?

Primero, porque en la última semana es cuando se acelera la toma de posición sobre el voto, cuando la gente termina de elaborar. En las primarias el contexto jugó mucho. En las generales hicimos un seguimiento cualitativo y cuantitativo y empezamos a ver cosas raras que son difíciles de captar, pero vimos dos o tres puntos de migración de votantes de Milei a Massa; había funcionado la campaña del miedo, hubo reversión de posiciones que se aceleró en los últimos cuatro días antes de las generales.

Los debates también influyeron, aunque no mucho, y terminaron de confirmar posiciones. Hubo un momento en que estuvieron empatados pero el cambio de tendencia fue el acompañamiento de Macri y Bullrich a Milei, y afectó también el problema de desabastecimiento de combustible que hubo en noviembre.

Parece que la sociedad ha asimilado en gran parte los valores del ajuste. ¿Hay algo de autocastigo en esto?

Autocastigo de ninguna manera, pero la idea del ajuste en Argentina ha calado. Incluso entre votantes del universo peronista hay un consenso social de que hay que ajustar. Pero, lo que pasa es que ese acuerdo tiene una idea muy fuerte de que ajusten al otro, solo el 15% está dispuesto a hacer algún sacrificio.

Por último, ¿cuán comparable es Milei con Trump?

Son parecidos porque son fenómenos globales hiperdisruptivos, con ideas que van en tándem, pero tienen muchas diferencias: Trump tiene una dimensión ultranacionalista que aquí no está y forma parte de un partido, de una estructura de poder clásica, mientras que Miliei no.

Ambos son fenómenos de comunicación totalmente horizontales, Milei claramente le habla a una clase media baja, un foco bastante poco considerado electoralmente, son demasiado clase media para ser tenido en cuenta por la asistencia social y demasiado bajo y sin capital como para poder integrarse al mercado. Es un segmento complicado, a la deriva. Y con Trump también hay una captura de un sector social de una clase media baja invisibilizada y frustrada.