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ELECCIONES LOCALES EN TURQUÍA

La derrota del AKP de Erdogan, toque de atención o cambio de paradigma

La segunda derrota del AKP en 22 años ha supuesto el triunfo, que algunos definen como histórico, del opositor CHP. En las provincias del sureste, en Bakur (Kurdistán Norte, ocupado por Turquía), la victoria del Partido de la Igualdad de los Pueblos y la Democracia (DEM), de mayoría kurda, ha sido arrolladora y ha llegado acompañada de maniobras desde Ankara para revertir los resultados.

(Murat KULA | AFP)

La derrota del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Recep Tayyip Erdogan en las elecciones municipales del 31 de mayo en Turquía es el resultado de varios factores. Por un lado, la economía: la depreciación de la lira, el aumento de los precios, los costes y sobre todo la altísima inflación, además del descontento de buena parte de los miles de nuevos jubilados, indignados por unas pensiones muy bajas. Por otro, los propios errores del AKP: una mala selección de los candidatos, sobre todo en las grandes ciudades, su creciente burocratización y el alejamiento de las bases.

Pero hay una tercera cuestión, la competencia conservadora e islamista. Si en las últimas elecciones estas fuerzas fueron en alianza con el AKP, en las locales no lo han hecho y eso ha implicado una pugna por el mismo voto. El islamista Partido Nuevo Bienestar (YRP) ha aprovechado su discurso contra la «timidez» del Gobierno en el apoyo a Gaza y las políticas económicas del AKP, para quitarle una buena parte de su votante tradicional. También el panturco Partido de Acción Nacionalista (MHP) se ha presentado en solitario con una campaña contra los refugiados sirios que le ha rentado en algunas ciudades.

Por último, se ha constatado una cierta fatiga con el partido gobernante después de tantos años en el poder.

EL TRIUNFO DEL PARTIDO POPULAR REPUBLICANO (CHP) SE HA

debido a varios movimientos acertados. Por un lado, tras el cambio de liderazgo, ha sabido articular una campaña en torno a las imagen consagrada de los candidatos Ekrem Imamoglu (Estambul) y Mansur Yabas (Ankara), entre otros. Además, los dirigentes del CHP han sabido tejer una importante red de alianzas tácticas con muchos pequeños partidos que han jugado la baza del CHP para derrotar al AKP.

Y, sobre todo, ha contado con el apoyo del DEM en las grandes ciudades turcas con importante presencia kurda. Además, ha defendido una postura más flexible en torno al laicismo para atraer votos de otros sectores ideológicos.

El otro gran vencedor es el prokurdo DEM, que ha reivindicado «la victoria de las masas democráticas de Bakur, partidarias de la igualdad y del cambio político, pese a dificultades como la criminalización, la militarización y votaciones manipuladas desde Ankara».

Para el movimiento kurdo, las municipales son claves, ya que es a través del poder local desde donde avanza en la gestación del autogobierno e implementa políticas que no tendrían cabida de otra manera en Turquía. Así, ha recuperado la mayoría de los municipios que el Gobierno turco le había arrebatado con maniobras administrativas tras los anteriores comicios.

ANTICIPAR EL FUTURO NO ES SENCILLO.

En cuatro años no hay ninguna cita electoral prevista. El AKP es consciente de que la fortaleza del partido no es comparable al apoyo a Erdogan y, por eso, intentará aprovechar los próximos dos años para revertir algunas de las causas de su derrota y presentarse en 2028 con un panorama económico y político más favorable.

En el seno del AKP hay dos posturas tras la derrota. Una busca rejuvenecer los principios y volver al paradigma inicial, la democracia-islamista. La otra apuesta por mantener el rumbo actual, sin cambios profundos. Erdogan parece que ya ha apostado por la primera, una reforma profunda y rápida para detener «la pérdida de sangre y alma».

Un punto a su favor es que la abstención, más elevada que en otras ocasiones, ha castigado sobre todo al AKP, lo que le permite buscar medidas para recuperar a su votante tradicional, el que ha elegido otras formaciones islamistas y conservadoras y el que no ha ido a votar.

El CHP deberá mantener equilibrios en torno a las alianzas que le han apoyado e intentará, a través de la gestión de las grandes ciudades, presentarse como alternativa al actual Ejecutivo.

En este contexto, la realidad kurda también tendrá su peso. El AKP puede jugar de nuevo la baza represiva para desviar la atención sobre otros temas. La ley aprobada en 2016 que, mediante la utilización de poderes de emergencia, le permitió destituir alcaldes electos en Bakur y nombrar administradores del Gobierno en su lugar (más del 75% de los votantes kurdos fueron privados de su representación de esa manera en 2019). Esa política busca negar, destruir o asimilar al pueblo kurdo

Una cierta transformación puede estar abriéndose paso en Turquía. La dinámica sociopolítica puede estar cambiando. Podemos estar ante un cambio de paradigma, donde se produzca una evolución de posturas e identidades. La juventud puede romper esa polarización, secular y religiosa, lo que unido a un cierto acercamiento del CHP hacia una solución democrática del conflicto kurdo nos mostraría un nuevo escenario. Lo que para unos es un punto de inflexión, para otros puede ser un hito.