2024 API. 23 La dimisión del jefe de la Inteligencia militar israelí cuestiona a Netanyahu La dimisión del jefe de Inteligencia del Ejército israelí por los ataques de 7 de octubre aumenta la presión sobre Benjamin Netanyahu, ya cuestionado por la oposición, las protestas masivas y los familiares de los cautivos en Gaza. Mientras sigue la sangría y amenaza a Rafah, Netanyahu no se plantea dimitir y anuncia «medidas militares y diplomáticas en los próximos días». Jan Yunis ha quedado devastado por los ataques de las tropas israelíes. (AFP) GARA GAZA El jefe de la Inteligencia del Ejército israelí, Aharon Haliva, se convirtió ayer en el primer alto cargo de las fuerzas armadas en dimitir por los errores que permitieron el ataque de Hamas del 7 de octubre. «La Dirección de Inteligencia, bajo mis órdenes, no llevó a cabo su labor», asumió Haliva en una carta dirigida al jefe del Estado Mayor israelí, Herzi Halevi, y compartida por el Ejército. El jefe de la Inteligencia militar se encontraba de vacaciones el 7 de octubre y, según publicaron medios israelíes, no estuvo localizable cuando el Ejército empezó a notar señales de que podría haber un ataque desde la Franja de Gaza. El ataque sorpresa del 7 de octubre supuso una humillación para uno de los Ejércitos y servicios de Inteligencia más sofisticados del mundo, considerados prácticamente imbatibles. Pero hasta ahora no había tenido consecuencias en sus responsables. El Ejército israelí inició una investigación interna a finales de febrero cuyas conclusiones se espera que sean presentadas a principios de junio. «He cargado con ese día negro desde entonces, cada día, cada noche. Siempre cargaré con el dolor terrible de la guerra», aseguró en su misiva el jefe de la Inteligencia militar, que seguirá en su puesto hasta que el Ejército designe a su reemplazo. Haliva no es el único alto cargo israelí que ha admitido responsabilidad por los ataques de Hamas, a los que siguió una ofensiva israelí en Gaza que ya dura más de seis meses y ha devastado la Franja, pero sí el único que lo ha hecho con su dimisión, y solo medio año después. El jefe de la agencia de Inteligencia interior israelí, el Shin Bet, y el propio Herzi Halevi afirman que comparten responsabilidad por lo sucedido, sin embargo, posponen su dimisión hasta el fin de la operación contra Gaza. Pero quien rehúsa asumir cualquier responsabilidad y se aferra a la guerra como medio de supervivencia política es el primer ministro, Benjamin Netanyahu, aunque las encuestas indican que la mayoría de los israelíes lo culpan por no hacer lo suficiente para prevenir o defenderse del ataque. DIMISIÓN IMPROBABLE La renuncia de Halavi aumenta la presión sobre Netanyahu y otros líderes políticos para que asuman esa responsabilidad, pero la duración de la ofensiva contra Gaza y el escaso interés en negociar del Gobierno israelí, que ha estancado las conversaciones, apuntan a que no está entre sus planes hacerlo. «Habría sido apropiado que el primer ministro Netanyahu hubiera hecho lo mismo», afirmó el líder de la oposición, Yair Lapid. A pesar de la brutalidad de la ofensiva israelí, Netanyahu no ha conseguido eliminar a Hamas ni el regreso de los cautivos en Gaza -salvo los liberados en el cese el fuego de finales de noviembre-. De hecho, analistas israelíes consideran que no tiene ningún interés en recuperarlos con vida y que los prefiere muertos, como «mártires», antes que parar las masacres. Las movilizaciones de miles de personas en las ciudades israelíes continúan cada semana exigiendo la liberación inmediata de los prisioneros y la celebración de elecciones. «El que los abandonó es quien debe traerlos a casa», reclamaron el pasado sábado en Tel Aviv. En la misma línea, los familiares de los cautivos critican al Ejecutivo por la falta de avances en las negociaciones con Hamas y estiman que las autoridades israelíes «no tienen ningún interés serio» en llegar a un acuerdo. En un mensaje por la Pascua judía, Netanyahu avanzó que en los próximos días «habrá medidas militares y diplomáticas adicionales para conseguir la liberación de nuestros rehenes», pero los pasos dados hasta ahora apuntan más hacia la temida ofensiva sobre la superpoblada Rafah. MÁS CUERPOS EN LAS FOSAS COMUNES Mientras tanto, el Ejército israelí sigue desangrando la Franja de Gaza, donde ya han muerto 34.151 personas, la mayoría mujeres y niños. Ayer se recuperaron otros 73 cadáveres de la fosa común encontrada en el hospital Naser de Jan Yunis, donde ya se han exhumado 283 cuerpos. De ellos, solo se han identificado 42. Entre los cuerpos hallados hay mujeres y ancianos, y algunos tenían las manos esposadas y estaban desnudos, lo que sugiere que fueron ejecutados. Las autoridades también han denunciado la aparición de cuerpos mutilados y temen que el número de cadáveres supere los 700. Todavía se desconoce el paradero de unas 2.000 personas que estaban presentes en el complejo cuando fue asaltado por las fuerzas israelíes, hace ya más de dos meses. El episodio recuerda a lo sucedido en el hospital Al-Shifa, el más importante de la Franja, donde, tras un asedio israelí que duró dos semanas, las autoridades gazatíes descubrieron una fosa común con una decena de cuerpos enterrados. En total, se recuperaron unos 400 cuerpos en el hospital y alrededores en días posteriores a la salida de las tropas. El Ministerio de Sanidad gazatí contabilizó ayer 54 muertos y más de cien heridos. Las autoridades gazatíes estiman además que entre 7.000 y 8.000 víctimas siguen bajo los escombros y en las carreteras. Los bombardeos de ayer tuvieron como objetivos la mezquita de Al-Taqwa ,en el campamento de refugiados de Bureij, en el centro de la Franja; el campamento de Nuseirat y Jan Yunis. Además, el número de víctimas por los ataques israelíes del pasado domingo contra dos viviendas en Rafah aumentó a 26, entre ellos 16 niños y 6 mujeres. Israel no ha aportado ninguna prueba para acusar a la Unrwa La investigación externa para examinar la labor de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (Unrwa) concluyó que las autoridades israelíes no han presentado pruebas que acrediten los vínculos «terroristas» atribuidos a varios de sus trabajadores. La investigación estaba encabezada por la exministra de Exteriores francesa Catherine Colonna que, con ayuda de varias institutos internacionales, debía despejar dudas al margen del examen interno que la propia ONU también lanzó tras las críticas israelíes a la agencia. Las acusaciones israelíes vinculaban a trabajadores de la Unrwa con los atentados de Hamas y fueron atendidas de inmediato por varios aliados de Israel que, sin embargo, no han reaccionado con medida alguna en 200 días de masacres israelíes en la Franja de Gaza. Así, hasta 16 países suspendieron los fondos de la agencia, lo que privó de golpe de 450 millones de dólares y puso en duda la continuidad de sus operaciones vitales para la supervivencia de cientos de miles de personas, tanto en Gaza como en otras zonas donde también hay refugiados palestinos. Lo hicieron, además, en un momento crítico en el que se extendía la hambruna provocada por la agresión israelí. «Israel no ha proporcionado ninguna prueba que lo respalde», señala sobre la acusación el informe elaborado a partir de reuniones con todas las partes, incluido el Gobierno israelí. El grupo subraya que la labor de la agencia es «irremplazable e indispensable» en distintos ámbitos sociales, especialmente en educación y atención sanitaria, y «muchos ven a la Unrwa como un salvavidas humanitario». El documento apunta que la organización tiene margen de mejora en cuestiones como neutralidad o transparencia, y explica que, al contrario de lo que ocurre con otras agencias de Naciones Unidas, la mayoría de su personal es local y puede ser incluso receptor de la ayuda que brinda la propia agencia, lo que , a su juicio, complica la neutralidad de la plantilla en cuanto a las opiniones políticas expresadas públicamente o el contenido de algunos libros de texto, por lo que plantea una mayor vigilancia y «procesos disciplinarios más firmes». Asimismo, llaman a limitar la labor de los sindicatos, puerta de entrada de «facciones políticas».GARA IRÁNIrán criticó que el paquete de ayuda militar a Israel aprobado el sábado por la Cámara de Representantes de EEUU supone «un premio por los crímenes de guerra cometidos en la tierra de Palestina». COLONOSUn ataque de colonos dejó al menos seis heridos de bala, uno de ellos grave, en la localidad de Burqa. Los colonos atacaron la aldea desde el norte y el oeste, quemaron un establo e intentaron quemar y asaltar varias viviendas. El Ejército israelí irrumpió para proteger a los colonos, disparando balas y gases lacrimógenos. UNIVERSIDADESAl menos 47 personas fueron detenidas en la universidad de Yale, donde llevaban varios días acampadas en protesta por la ofemnsiva contra Gaza y para exigir al centro información sobre sus inversiones en la industria militar. En muchas universidades de EEUU han aumentado los arrestos, sanciones y censura hacia la solidaridad con Palestina. Columbia, donde hay otra acampada, decidió ayer impartir todas las clases a distancia.