Reverso tenebroso
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Recuerdo cuando decíamos que Margaret Thatcher, para ser tan rematadamente mala, se había masculinizado: no podía haber otra explicación. Simplemente no nos lo queríamos creer, que una mujer desmantelara lo público, empobreciera a multitudes, iniciara una guerra y fuera tan despiadada, capitaneando junto a su compinche Reagan la reacción antifeminista y homófoba de los 80, antecesora de la que amenaza ahora. Para que una mujer fuera tan poderosa y antigente a la vez, tenía que ser una excepción.
Después vino Condoleezza Rice, que además era negra, secretaria de Estado en los EEUU: invadió Irak mintiendo como una bellaca. Y Christine Lagarde, presidenta del FMI y otras lindezas: le gusta más condenar a explotación y hambre a países enteros que a mí la fiesta. Ahora tenemos el panorama político trufado de villanas. Las extremas derechas han descubierto la ventaja de ser lideradas por mujeres para endulzar su carácter nazi, más aún por mujeres de imagen femenina, pija. Incluso una lesbiana casada con una mujer de Sri Lanka, como la ultra alemana Alice Weidel.
Hablando de dulces nazis, recomiendo una película perturbadora como los tiempos que corren: “Soft&Quiet”, de Beth de Araujo. Comienza con un grupo de blancas supremacistas que meriendan una tarta casera decorada con una esvástica, mientras acuerdan que deben estar incidiendo en todas las esferas. Son como el reverso tenebroso del feminismo.
Dicen que las amas de casa arias iban tan puestas de anfeta como todo el III Reich. Yo las entiendo, no en lo de ser nazis, pero hacen falta estimulantes para que le apetezca a una ponerse a limpiar la casa. Hay algo muy reaccionario en el mandato de tener la casa como los chorros del oro: cada una en su casita, con su familia, y la casita impoluta como si no tuviera paredes y pudieran verte desde otras casitas que también estarán impolutas, pero sin mezclarse. Yo soy más de Quentin Crisp, aquel maricón que les recomendaba a las mujeres arrojadas al hogar de la posguerra: después de 5 años sin quitar el polvo, ya no se acumula más.