El Eibar más ambicioso reaparece para seguir disfrutando en Ipurua
El equipo, imbatido desde la llegada de Beñat San José, derrotó al Huesca para celebrar su segunda victoria consecutiva en casa. Bautista y Corpas premiaron el buen partido de los azulgranas, que sufrieron en la recta final tras el gol de Willy.
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El Eibar recuperó su versión más ambiciosa para derrotar al Huesca y mantenerse imbatido desde la llegada de Beñat San José al banquillo. Es, además, el segundo triunfo consecutivo de los armeros en Ipurua donde, como hace dos semanas, juego y resultado fueron de la mano. Quizá con mejor contundencia defensiva esta vez, lo que se provocó que se sufriese más en la recta final, sobre todo tras el gol de Willy, pero volvió merecer la pena. Con otros tres puntos en el bolsillo, los apuros clasificatorios parecen definitivamente olvidados.
Ante un Huesca al que dos derrotas consecutuvas habían descabalgado del ascenso directo, el Eibar regresaba a casa con ganas de quitarse el mal cuerpo que le había dejado la visita al Racing de Ferrol, por el fondo y por la forma. Y lo consiguió pese a que una arrancada de Soko nada más comenzar el choque enmudeció el estadio. Se rehízo rápido, encontró el camino al área rival y cambió la imagen del partido, con un Huesca que prefirió -y durante muchas fases no tuvo más remedio- protegerse atrás y tratar de golpear a la contra.
Bautista, Arrillaga, Arbilla, Corpas... Los remates fueron numerosos, no tantos los comprometidos, pero el gol no llegó. Tampoco en el arco local aunque Magunagoitia tuvo que aparecer un par de veces. Justo antes del descanso lo hizo Dani Jiménez, despejando un tiro ajustado de Bautista.
La segunda parte empezó con un Eibar más intenso, que encerró a su rival. Y que vio recompensada su ambición. Corpas colocó el balón en el corazón del área para que Bautista cabeceara el 1-0 y cinco minutos después, recuperó el balón en el centro del campo para que condujera Matheus y, tras recibir de vuelta en el área, recortó a Pulido y marcó con un perfecto remate cruzado. Dani Jiménez evitó junto al larguero que Arbilla ampliara distancias con una falta directa.
Una pena porque luego hubo que sufrir. No cuando el rival dio un paso adelante frente a un Eibar que todavía miraba la portería oscense con deseo pero sí cuando Willy aprovechó un error defensivo para recortar distancias. Apretaron los dientes los guipuzcoanos y el mal no fue a mayores.